Salió Félix Bolaños -tenía que ser él- de hablar con el Papa Francisco asegurando que tenían "los mismos valores". Sí, se refería al Papa y al Gobierno Sánchez. El cachondo del obispo Munilla reaccionó asegurando que en breve el Gobierno socialista rectificaría la ley del aborto, la eutanasia, las normas animalistas, la ideología de género, reimplantaría la libertad de enseñanza de los padres y dejaría de tocarle las narices a la Iglesia. Digo, para tener los mismos valores que su Santidad, que, según Bolaños, los mismitos valores tiene el gobierno sociopodemita que el Papa de Roma. Ya sólo me queda decidir si Bolaños es un cínico o un tonto, a lo peor ambas cosas a un tiempo.

Los mismos valores... Cada vez que alguien me dice que comparte mis mismos valores le respondo que en los únicos valores en los que creo son los valores bursátiles, a ser posible al alza.

Si Cristo fue sólo un hombre, fue el peor de todos los hombres: con decirles que se pretendía Dios

Por eso me ha hecho cierta ilusión contemplar cómo un intelectual de fuste como es Dalmacio Negro viene a coincidir en que esa religión natural, la de don Félix Bolaños, tan a la moda actual, resulta cuando menos peligrosa. 

Ejemplo, este neo-credo laico, tan bienintencionado, se guía, dice don Dalmacio, por el siguiente método: "en vez de hablar del Reino de Dios habla del Reino de los valores, lo que evidencia su pretensión de ser una especie de religión secular". En otras palabras, un cristianismo sin Cristo, una creación sin Creador y aún una redención sin redentor.

Pues eso, que me importan un bledo los valores -si al menos fueran principios- porque ser cristiano no significa mantener unos valores sino amar a Cristo. Como repetía Benedicto XVI, ser cristiano no es un qué, es un quién. Comprendo que decir esto en la era en la que vivimos, la era de la blasfemia contra el Espíritu Santo, donde hemos pasado del "nada es verdad ni es mentira" a algo mucho peor, la verdad es la mentira y la mentira es la verdad, lo bueno es lo malo y lo malo es lo bueno y hasta la belleza es fealdad y la fealdad se nos presenta como belleza... puede resultar un poco lejano: les aseguro que no lo es. 

El relativismo es falso, la blasfemia contra el Espíritu Santo es aún más falsa y, además, patética. Miren a su alrededor: sobran los ejemplos. Sobre todo cuando se pretende hacer pasar lo feo por hermoso. Así es donde muchos se dan cuenta de que, por más que el Nuevo Orden Mundial (NOM) trastoque las cosas, el emperador va desnudo y desnudo se queda.

Pero volvamos a los valores y a las nuevas religiones, que el profesor Negro tacha de "ateologías políticas". Porque claro, de la teoría de los valores pasamos a la religión secular de los valores y entonces la cosa empieza a resultar peligrosa. 

No nos enamoramos del Cristianismo, que es un qué, sino de Cristo, que es un quién

Por ejemplo, Pedro Sánchez bramaba días atrás contra los que hablan de "religión climática". O sea, contra Vox. Según el presidente del Gobierno, que hasta ese cargo ha llegado y así hay que reconocerle, hablar de religión climática resulta el peor de los fanatismos. Supone -¡Qué horror!- negar la "evidencia científica". Es decir, una blasfemia contra los nuevos valores. O contra la democracia, convertida por Sánchez en religión, cuando sólo es el peor de los sistemas políticos posibles una vez eliminados todos los demás. O contra la República, ¿o es que no han oído ustedes hablar de los valores republicanos?

Afortunadamente, el cristianismo desprecia todos esos valores porque un cristiano no es aquel que posee una serie de valores sino aquel que ama a Cristo, De ese amor, porque Dios es amor, vienen todos los demás amores y todos los demás valores. Como recordaba Benedicto XVI, que el cristianismo no es un qué, que es un quién, que no consiste en tener una serie de valores, consiste, en confiar en una persona que vivió hace 2.000 años en Palestina.

Ocurre aquí algo similar a lo de esas actrices que aseguran que "Jesucristo era un hombre con unos valores formidables ahora que, tanto como Dios". Algo en verdad ridículo, porque una de dos: o Cristo era Dios o era el más soberbio y despreciable de los seres humanos nacidos de mujer. ¡Con decirles que pretendía ser Dios!

Así que, señor Bolaños, no entro en si el gobierno de Pedro Sánchez tiene los mismos valores que Su Santidad el Papa Francisco, que no los tiene. Digo que en los únicos valores en los que yo creo son los valores bursátiles, regidos por la ley de la oferta y la demanda, que nunca falla. En Cristo hago algo más que creer. Y no, como cristiano -mal cristiano pero cristiano- tengo mismamente los principios opuestos a los del gobierno socio-podemita, cuyo único valor es el de perdurar en el poder.