Madrid quiere ser más verde que Barcelona, porque prohibirá las estufas de gas propano en las terrazas el próximo 1 de enero, un año antes que la Ciudad Condal. Mientras tanto la hostelería pide moratoria hasta que la temporada de invierno acabe el próximo 15 de enero.

El alcalde, el pepero José Luis Martínez-Almeida, se ha abierto a estudiar medidas, por ahora, sólo “si hay una situación en la que se produce un desabastecimiento de las estufas eléctricas o no se pueden sustituir por razones justificadas”. Esa ha sido su respuesta a la petición de José Antonio Aparicio, presidente de Hostelería Madrid (la patronal de los empresarios hosteleros en la Comunidad de Madrid y subvencionada por el Ayuntamiento). Y ojo, el tema también podría originar diferencias entre Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, pues la primera se convirtió en la heroína de la hostelería en plena época del Covid-19.

Las estufas de gas (las famosas ‘setas’) surgieron tras la reforma de la ley antitabaco de 2011 y se dispararon durante la pandemia en las terrazas, salvando a la hostelería. Pero claro, Madrid quiere ser como Rennes (Francia) y Los Ángeles (EEUU), y aprobó en enero de 2022 la Ordenanza de Terrazas de Hostelería y Restauración con los votos de PP, Cs y Grupo Mixto. Esta norma obliga a sustituir las estufas de gas por eléctricas que contaminen menos (las primeras expulsan hasta 6 kilos de CO2 cada hora). Es cierto que hay alguna ayuda, pero al coste de la estufa eléctrica (unos 300 euros) “hay que añadir la toma de corriente y el coste de la obra (que incluye también la licencia y el permiso), puesto que los cables tienen que ir soterrados”, según refirió Aparicio en 20 Minutos, estimando el coste total “entre 2.000 y 4.000 euros”. Además, debe haber más agilidad en la administración, porque “te conceden la licencia y luego son lentos para darte el permiso”.