Y, al final, se distinguen dos tipos de hombre: los machistas y los feministas
Otra vez ha saltado la tapa de los sesos de las correligionarias feministas después de que Leticia Dolera, directora de cine que escribiera con sangre un libro de corte feminista, Morder la manzana, para denunciar que hoy todavía se dedica una visión de género que discrimina a las mujeres. Además, en su opinión, el machismo no entiende ni de izquierdas ni derechas, por eso envió a representantes de todos los partidos un ejemplar de su libro para que, de una santa vez, se enteren todos de cómo tenemos de marginada, acosada, despreciada y maltratada a la mujer en España.
Pues bien, esta misma Leticia Dolera, ha sido la que, en defensa de la no marginación de la mujer, ha decidido no contratar a una actriz al enterarse de que estaba embaraza. Fíjense, embarazo que, junto con las diferencias anatómicas de las mujeres, es el signo más diferenciador respecto del hombre. Pero claro, como diría la ministrísima Calvo: no se puede confundir a la Leticia Dolera feminista con la Leticia Dolera directora... E ahí la cuestión, que somos feministas de pro hasta que el neoliberalismo del dinero lo permita.
A este respecto, una tuitera, Nila Oliver, extrovertida y apasionada, decía: Una cosa no quita a la otra. Es como si se confirma que Woody Allen es un acosador. No dejaré de ver sus pelis si son buenas. Lo mismo con un libro. El contenido, la redacción y el mensaje son buenos. Que la autora haya hecho una cagada monumental no quita que el libro sea fenomenal. A lo que otro tuitero, Maese Vector, respondía con similar pero contrario parecido: Su analogía tendría sentido si el libro de Dolera fuera ficción, o las películas de Allen documentales denunciando acosadores. ¿Desde qué atalaya moral puede Dolera denunciar a la sociedad por prácticas que ahora reproduce?
Somos feministas hasta que el neoliberalismo del dinero lo permita
El hombre nació hombre y sus gustos, sensaciones y atracciones corresponden a lo que es: hombre. Por el contrario, y con mucho orgullo, le pasa lo mismo a la mujer, por eso mismo, por ser mujer. Pero vivimos un tiempo confuso que obliga a huir de la verdad y la doctrina básica del relativismo de a pie nos lleva a no decir que eres 100% hombre o 100% mujer porque eso te convierte en intolerante, o aun peor, discriminador del sexo contrario al no admitir una parte de ti un poco feminista si eres hombre, porque la sociedad considera a las mujeres feministas per se. Esta estrechez mental que sufre esta sociedad abatida y agitada por la dictadura de lo políticamente correcto provoca que haya hombres machistas y hombres feministas, aunque se caiga en una ridícula contradicción en ambos casos. Pero como en todo lo que nos llega de los laboratorios sociales lleno de locos científicos, intereses LGTB, feminismos radicales, políticas servilistas, adoctrinadores de conciencias... Son contracciones aberrantes que se toman como algo genial y posible gracias a la grasa consistente del relativismo.
Pero no se concibe que el hombre que no es feminista no sea machista porque lo es por exclusión. No se concibe al hombre sin prejuicios. No es creíble un hombre que ame a la mujer por el hecho de serlo pero que no comulgue con la idea de que la mujer está más preparada para unas cosas y menos para otras. La igualdad del hombre y la mujer en los aspectos de derechos civiles está más que conseguida. El problema de la mujer feminista surge cuando lo que pretende es igualarse al hombre o superarlo, en vez de crecer como mujer y ser la mejor de todas. Ese empate enfermizo les ha hecho mucho daño, como imagen de mujer y sobre todo, en el aspecto más profundo de su identidad personal. Quizá sea esa la razón de que haya otras muchas mujeres que se rebelan ante ese atropello de que se las confunda con las feministas. Mujeres que valoran al hombre como un compañero cercano, un complemento necesario para la vida, un recurso para avanzar como mujer. Y en el sentido del hombre, sucede lo mismo.
La igualdad del hombre y la mujer en los aspectos de derechos civiles está más que conseguida
El hombre feminista, en términos generales, es el que, de toda la vida de Dios, se ha llamado pagafantas; dícese del típico tío que no liga y que se cree que por darles la razón, las cosas van a ir mejor en el amor. A mí, personalmente, me da pena ver cómo algunos hombres en las redes sociales justifican cualquier cosa de la mujer por el hecho de ser mujer, y por no sé qué de una deuda histórica con ellas. Dice una tuitera con miles de seguidores, Debb: Deberíamos de crear el “DIA DEL MACHISTA” así podríamos saludar a la mayoría de los hombres en su día. Siento que esta mujer tenga una visión tan limitada del hombre, o siento que haya tenido tan malas experiencias con los hombres. Nos pasa a los demás igual que a las mujeres con las feministas, nos revelamos antes esa imagen que nos salpica a todos.
Educar en la gratitud (Palabra) de Jeffrey J. Froh y Giacomo Bono. Posiblemente uno de los fenómenos más actuales es precisamente la carencia de la gratitud en todo su esplendor. Dar las gracias por dejarnos pasar y agradecer al camarero su buen servicio, hasta darnos cuenta de que mis padres y mis hermanos están ahí para ayudarme a ser mejor. Quizá la gratitud de hombres a mujeres, y viceversa, es la fina línea roja que nos falta cruzar para valorarnos unas y otros y descubrirnos en la totalidad.
¿Qué es la familia? (Nuevo Inicio) de Fabrice Hadjadj. ...todo hombrecito que nace es siempre un acontecimiento que excede la capacidad de sus padres. Pero a los innovadores les gustaría poner límites a una novedad tan desconcertante. Querrían transformar la familia en laboratorio y que dejara de estar fundamentada en el sexo para estarlo en la ingeniería. El padre reemplazado por el experto, el abrazo apasionado por el tubo de ensayo transparente, la mesa familiar por la tableta electrónica, etc. señala este nuevo libro de Hadjadj en su prólogo.
Realidad y psicología humana I (Autoría Medinaceli) de Carlos J. García. Parece mentira, pero sí, para explicar la diferencia de hombre y mujer sin necesidad de llegar a decir que uno es el contrario de otro (concepto tan machista como feminista) nos elevamos hasta una obra de ensayo científico importante. Un estudio profundo de la realidad del hombre y la mujer que nos hace ver que la gran ventaja de ambos es precisamente que cada uno se tiene al otro.