Los verdaderos problemas de la sociedad actual son tapados con discursos absurdos que procuran el enfrentamiento social. Mantienen distraídos a los tontos útiles en discusiones entre los que choca el sentido común contra el sentido comúnmente absurdo. Son ejemplos clamorosos el feminismo y toda su parafernalia y los satélites que le rodean, como canciones, espectáculos dantescos de mujeres desnudas, las que pintan sus cuerpos en vías públicas e, incluso, politiquillas que entran en sujetador en las iglesias al grito de “arderéis como en el 36”. También están muy de moda los cambios climáticos, la desaparición del mundo que hemos conocido y lo mala que es la humanidad porque mata a nuestra madre Tierra. O el llamado lenguaje inclusivo, utilizado a propósito del despropósito para romper el lenguaje, uno de los vínculos más importantes que nos unen a las personas en una misma sintonía…

El cambio antropológico que comenzó hace décadas, con la desnaturalización de la mujer

La historia realmente no es interminable. No va mucho más allá de lo que he citado -en el fondo lo demás son derivadas de los mismos temas-. Pero si se fijan, son temas que crispan a la sociedad porque ese es el objetivo final, partir en dos o más cachitos la convivencia. ¿Por qué ese empeño perverso, cuando realmente los políticos debieran buscar a toda costa el consenso, la armonía y la paz social? Porque son la cortina de humo que oculta los verdaderos males que se están perpetrando. Es una maquinaria tan ruidosa, con los medios de comunicación a su servicio, que nadie tiene tiempo para pensarlo. El delito globalista es neoliberal, sin duda, busca esclavizar al máximo número de sociedades dentro de un sistema individualista y consumista. Busca arrobarse la opción de elegir, dándolo hecho, y que la persona se conduzca felizmente de un sitio a otro, física o intelectualmente, sin asumir el riesgo de equivocarse.

El cambio antropológico que comenzó hace décadas, con la desnaturalización de la mujer, convirtiendo el acto sexual en un objeto de ocio sin responsabilidad para nadie. La píldora anticonceptiva, el aborto, la promoción homosexual, la identidad de género… No es otra cosa que hundir al ser humano en meros objetos sociales que sirven para producir y consumir lo que las grandes compañías fabrican y de los que viven multimillonariamente. Individuos perfectamente engrasados en el igualitarismo, enemigos de la libertad personal.

No basta con sentir, hay que pensar

Todo este macroproyecto tiene un grave problema: la conciencia. Y las conciencias más delicadas son aquellas formadas en la moral, porque nos hacen pensar una y otra vez en nuestros actos, lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Esa conciencia que nos permite tener la capacidad de decir  o no ante la disyuntiva de una propuesta profesional corrupta marca la diferencia entre una persona u otra, entre unas consecuencias y otras, a corto, medio y largo plazo. Lo que sucede, o debería, es que el cristiano no sabe de plazos porque siempre piensa en unidades de eternidad. Sin duda, para tomar una decisión que trascienda en nosotros mismos o en los demás, debemos estar preparados en conciencia y a conciencia. Es posible que decidir sobre nuestras vacaciones, en la playa o en la montaña, puede acarrear un enfrentamiento familiar, pero todo se resuelve con ciertas dosis de humildad y paciencia. Pero decidir si contrato a una mujer embarazada que puede necesitarlo en breve y una que no lo está, y que posiblemente sea una trabajadora a largo plazo, se convierte en un dilema de justicia y caridad que muchos no lo tendrán en cuenta porque solo verán el lado positivista contractual.

Discutir sobre si un trans es mujer cuando se sabe que su ADN y los cromosomas son de hombre, es perder en la mayoría de las ocasiones el tiempo porque no convencerás a nadie que no quiera ser convencido de que de día es cuando se ve el sol. Tratar de batallar con sindicatos y políticos de que estamos ante la primera generación desde la guerra civil que los hijos vivirán peor que sus propios padres, es discutir del sexo de los ángeles con un ateo mientras ellos viven opíparamente de nuestros impuestos. O querer convencer de que la sociedad está corrompida porque no se piensa, solo se siente, es predicar a las vacas mientras rumian y te mantienen la mirada. Se adoctrina en los colegios, en los noticiarios y en las películas, mientras decenas miles comen palomitas ante tal espectáculo solo porque les divierte.

Ha pasado el momento de ser 'buenas personas'. Esto ya no basta: hay que dar la vida por Cristo

Profundicemos en los problemas reales, evitemos las discusiones obvias y propongamos a los medios de comunicación que se abran debates con personas que tengan conocimientos válidos, no opinadores que con todo el respeto, me trae completamente sin cuidado lo que diga un señor o una señora que no son referencia de nada ni de nadie. Y mientras los mass media entran en razón, hagamos los católicos uso de los ambones. Vayamos más allá del simple discursito hueco del amor bucólico o de una caridad desconocida. Señores curas -no digo nada de los obispos-, profundicen, formen a su grey, llévenles a un mundo real y háganles comprender que la responsabilidad de los cristianos no solo es ser buenas personas, si no la de dar su vida por Cristo, arriesgando la vida en el trabajo y en la sociedad; que posiblemente se encuentre a veces con la propia familia en contra, con la incomprensión del marido o la mujer, o los hijos o los padres. No hemos venido a dar gusto a los hombres, estamos aquí para llegar hasta los últimos rincones del mundo -que bien pueden ser los corazones del prójimo- para evangelizar.

La sociedad del desconocimiento (Encuentro) de Francisco Serrano Oceja. Este ensayo nos acerca de forma muy pedagógica a la brutal desarrollo de los medios de comunicación, el cambio que ha supuesto a través de las nuevas tecnologías y como se empoderan en la sociedad, pero según su autor no todo son medios de comunicación, hay otros modos de apostar por la antropología como clave de la comunicación, en un mundo que ha olvidado lo que las humanidades, la Paideia y la retórica han contribuido al desarrollo cultural de nuestra civilización.

La realidad fragmentada (Sekotia) de Rafael Gómez Pérez. Si algún libro viene como anillo al dedo es precisamente este ensayo filosófico que defiende la libertad personal frente la masificación colectiva y la toma ruptura con la toma de decisiones. Gómez Pérez es filósofo y escribe en defensa del derecho a pensar por uno mismo, lejos de los mensajes manipulados de determinados voceras sociales, con intenciones no siempre saneadas.

Pastoreando conciencias. El adoctrinamiento político en la Transición (Última Línea) de Víctor Pérez Velasco. Para tal fin, se aíslan “cinco ejes doctrinales”: la Nación española, la Monarquía española, la Iglesia católica, el idioma español y los valores tradicionales. Y se evalúa cuál ha sido el impacto adoctrinador que las izquierdas, los nacionalismos y las derechas han tenido sobre estos cinco ejes. Lo relevante de este trabajo es cómo se evidencia la labor incansable y diferenciada de los tres agentes adoctrinadores en su empeño en cuestionar, atacar, debilitar o desvanecer, los cinco eje doctrinales que configuran nuestra identidad nacional española, durante el periodo democrático.