Ya saben, el lema de Hispanidad: de derrota en derrota hasta la victoria final
Google nació en 1997, un año más tarde que Hispanidad.com, aunque sus creadores ya habían puesto en marcha en 1995 el embrión del buscador, de nombre, BackRub. Es decir, que somos almas gemelas: en ideario y en éxito comercial... naturalmente.
Google se ha convertido en el primer adalid del Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir, de lo políticamente correcto, del pensamiento único, el mayor bulo del siglo XXI
Hispanidad cumple 26 años este 20 de marzo de 2022. Decano de la prensa electrónica española, nació como un periódico independiente, que no ocultaba su ideario católico, con 3.000 euros de capital social, y haciendo realidad el primer mandamiento del liberalismo económico, que algún cachondo resumió de esta guisa: el número ideal de socios de una empresa es un número impar, inferior a tres.
Veintiséis años después, el principal enemigo de Hispanidad no es ni Pedro Sánchez, ni los grandes bancos, ni el grupo Prisa: es Google, que decide lo que se lee y lo que no se lee, todo ello bajo la gran mentira de que él pone a disposición del lector todos los contenidos existentes. Lo cierto es que impone una censura aviesa sobre aquellos contenidos que no le gustan.
Los verificadores, el "Ministerio de la verdad", constituyen la última cabeza de la hidra de la gran mentira. No desvelan bulos: lo que atacan es cualquier opinión libre que difiera del pensamiento único dominante
Como digo, Hispanidad y Google tenemos la misma edad, por lo que me apresto al siguiente pliego de intenciones:
Lo primero que hay que destacar es el gran bulo de las 'fake news'. A los bulos en Internet no hay que perseguirlos censurando a sus autores y expulsándoles de la gran, y única, infovía. Entre otras cosas porque ¿quién vigila al vigilante?
No se trata de perseguir a nadie sino de ahogar el mal en abundancia de bien. La falsa moneda se combate con emisión de monedas nuevas, sin las estrías de oro raspadas. De la misma forma, los bulos se combaten con abundancia de información cierta y expuesta con criterios racionales y morales... que es lo mismo. Como dijo el místico: ahogar el mal en abundancia de bien.
Por eso, la libertad periodística no depende hoy de la batalla contra los poderes político, económico o informativo, sino de romper el monopolio global de pensamiento único creado por Sergei Brin y Larry Page, que son quienes imponen lo políticamente correcto.
La libertad periodística no depende hoy de la batalla contra los poderes político, económico o informativo, sino de romper el monopolio global de pensamiento único creado por Google
Google se ha convertido en el primer adalid del Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir, del imperio del tópico, y este sí que constituye el gran bulo del siglo XXI. En este punto, conviene recordar que el gran enemigo del Nuevo Orden Mundial (NOM) es el cristianismo. La cosmovisión cristiana es lo que detiene ese misterio de la iniquidad que recorre nuestro mundo, tan peligroso como cursi, que no es otro que el imperio actual de un aburrídisimo nihilismo, una deprimente indolencia que, de cuando en cuando, se torna exasperadamente violenta.
Se lo explico de otra forma: un mundo matrix que confundimos con el mundo real, en el que se ha prescindido de Cristo y, por tanto, el hombre se ve privado de la libertad de los hijos de Dios. Como decía días atrás, en el noveno aniversario del Papa Francisco, estamos haciendo realidad la profecía evangélica: cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?
El enemigo de la libertad de prensa en 2022 es, en efecto, Google. Facebook, Twitter y compañía no son más que satélites del planeta Google-YouTube, que constituye el verdadero adversario, por su condición de monopolio mundial de contenidos: en el mundo no existe un segundo Google. Ojalá se cree pronto. El país que más ha luchado por la libre competencia, entendido en el noble sentido de la igualdad de oportunidades, se ha convertido en el gran constructor de monopolios tecnológicos, que son mucho más graves que los monopolios petrolíferos o de operadores de telecomunicaciones del siglo XX... ¡porque son monopolios globales y de contenidos!
Monopolio y teledirigido. No se engañen: en Google se promociona el Nuevo Orden Mundial y se censuran los mensajes cristianos a costa de reducirlos a la mínima expresión.
Facebook, Twitter y compañía no son más que satélites del planeta Google-YouTube, que constituye el verdadero enemigo de la libertad de prensa, por su condición de monopolio mundial de contenidos: no existe un segundo Google
Por supuesto, los verificadores, el "Ministerio de la verdad", constituye la última cabeza de la hidra de la gran mentira. Los Newtral, Maldita y compañía no desvelan bulos, lo que hacen es atacar cualquier opinión libre que difiera del pensamiento único que pretende ser universal.
En cualquier caso, volviendo a los bulos y la desinformación, otros de los dogmas NOM, no se trata de luchar contra el mal. Se trata de hacer el bien que, por cantidad, acabe ahogando el mal. Ya saben, la vieja receta paulina de que, una vez que se multiplicó el pecado, sobreabundó la gracia (Rm 5, 20) y la reciente receta de ese gran pensador que fue San Karol Wojtyla, cuando le decía al pasional André Frossard: "deje usted que el mal se destruya a sí mismo".
Periodistas independientes: no trabajemos para Google, busquemos directamente al lector como siempre hemos hecho. Y denunciemos a Google-YouTube, a las redes sociales, y a los políticos y medios informativos tradicionales grandes que hablan de luchar contra la desinformación mientras repiten las consignas del Nuevo Orden Mundial y pretenden ahogar al periodismo independiente.
Y es que Google pretende acabar, no sólo con la libertad de prensa y, a más a más, con la mucho más importante libertad de expresión.
Y, al fondo, la gran batalla del Nuevo Orden Mundial (NOM) es contra Cristo. Lo que no saben es que Cristo pierde batallas pero siempre gana la guerra. Aunque ahora, en 2022, vigésimo sexto aniversario de Hispanidad, la apariencia semeje lo contrario.
Ya saben, el lema de Hispanidad: de derrota en derrota hasta la victoria final.