Madrina ha aprovechado la más reciente de las frases célebres pronunciadas por Pedro Sánchez -"Son las cinco y aún no he comido"- para denuncir que España un millón de niños sufren hambre crónica. Es imperativo recordar al Presidente del Gobierno, a España y al mundo que esta frase, aparentemente trivial, contrasta brutalmente con la vida de un millón de niños en pobreza extrema en España. Para ellos, "las 5" es a menudo la hora en que el estómago ya lleva horas vacío, y el día termina sin certeza de una comida digna.

Un millón de niños en España se levantan cada día con hambre, y sus familias se ven forzadas a la angustiosa elección entre pagar el alquiler para tener un techo o dar de comer a sus hijos.

Esta cruda realidad convierte a España en un país donde los únicos que se desplazan con facilidad son "los políticos en Falcon", mientras que las familias más vulnerables, ese millón de niños desnutridos, carecen incluso de transporte básico para acceder a los pocos recursos alimentarios que aún quedan. Esta situación eleva el índice de pobreza infantil de España al más alto de Europa, una vergüenza que no podemos permitirnos ignorar.

La situación es aún más lacerante al conocerse la drástica reducción presupuestaria del Ministerio de Agricultura, que ha pasado de destinar 1.600 millones de euros anuales a la alimentación de los más vulnerables a unos míseros 90 millones de euros. Esto no es apoyo; es una limosna que condena a la inanición a quienes más necesitan.