
Según La Gaceta, la Policía Municipal de Pamplona alerta de un «caos extendido» que transforma barrios tranquilos en focos de criminalidad, con un patrón claro: la llegada masiva de estos inmigrantes, muchos trasladados desde otros puntos de Navarra.
El detonante reciente ha sido el traslado, hace unos meses, de menas conflictivos desde Marcilla, una pequeña localidad navarra que no pudo más con la oleada de robos, destrozos y peleas protagonizadas por casi un centenar de jóvenes magrebíes alojados en un Centro de Observación y Acogida (COA) saturado.
Y de entre los sucesos más graves registrados recientemente, la violación de una joven por parte de un grupo de inmigrantes ilegales, tras una fiesta universitaria.
Fuentes exclusivas de la Policía Municipal de Pamplona, consultadas por LA GACETA, desgranan un patrón alarmante: «Ha habido acuchillamientos graves y ahora los magrebíes que antes de San Fermín estaban en la zona de Descalzos han pasado a Paseo de Sarasate, causando prácticamente todos los días problemas, peleas con cuchillos, robos con violencia, hurtos». La dispersión es un detonante claro: «conforme los van extendiendo a los pisos de todos los barrios —de 4 a 5 por piso, pero acaban juntándose—, se extiende la criminalidad en barrios que antes eran tranquilos«. Los okupas en Jaso o el convento de Aranzadi hacinan en condiciones precarias, pero desde allí irradian los delitos: «hace unas semanas, en Jaso se encontraron un montón de móviles robados, todo un montón de objetos útiles de obra… taladradoras, maquinaria bastante costosa, cajas de herramientas». Y el blanco preferido, los vulnerables: «En los últimos tiempos se han atacado a varios abuelos con patinetes o desde bicicletas a toda velocidad, les atacan y entonces les roban… se están cebando con la gente mayor».
«Son así, es su cultura», lamentan las mismas fuentes, que describen a este medio la facilidad para robar patinetes y bicicletas. De focos localizados como Descalzos o Etxabakoitz, el problema se ha ramificado a toda la ciudad: «lo que era un problema en unas determinadas zonas está extendido a toda la ciudad». Trasladados desde Marcilla, estos grupos -menas y adultos- no sólo okupan, sino que aterrorizan, con reyertas que dejan heridos y agresiones que marcan vidas.











