Muchos estamos confusos ante la manera de contemplar a las dictaduras sociocomunistas -ya no quedan otras- desde una parte de la sociedad y de cómo se tolera desde la política. Quiero decir, que muchos no llegamos a comprender por qué se repele hasta con una ley específica para demonizar el franquismo o se considera un insulto grave o muy grave que te cataloguen de nazi o fascista, mientras se consienten las barbaridades históricas del comunismo, las que hizo y las que hace.

El comunismo nació de las ideas principales de Karl Marx con las que Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, construyó una ideología basada en la justicia a cambio de la libertad. Es decir, según los pensadores de izquierdas, la justicia está por encima de la libertad de conciencia. Mientras que de los genocidios mundiales que han asolado a la humanidad, el genocidio que han provocado -y siguen haciéndolo- las dictaduras comunistas es el que se lleva la palma con diferencia. El genocidio por defender la libertad de la conciencia es el más grave porque en la libertad se incluye la opción religiosa, cultural e ideológica y hoy se sigue matando y encarcelando por este motivo en China, Corea del Norte, Cuba, entre otros países, y más recientemente en Venezuela.

El comunismo es una máquina de someter al hombre, o de matar, en caso de que no se asuma el cautiverio en una jaula de cristal de la que no se puede salir, que es lo más corriente

El comunismo es una máquina de someter al hombre, o de matar, en caso de que no se asuma el cautiverio en una jaula de cristal de la que no se puede salir, que es lo más corriente. Enrique Miguel Sánchez Motos, quizá uno de los mayores expertos en comunismo de la actualidad, dice en su magna obra Historia del Comunismo (Sekotia) que la base del éxito de esta ideología es la mentira: «La mentira ha sido y es el gran compañero de viaje de los partidos y de los regímenes comunistas y cuando alguien, como Gorbachov, introduce la glasnost, “la transparencia”, el sistema se viene abajo. La mentira, tanto en la gestión de los regímenes comunistas como en su proceso de implantación, ha sido y sigue siendo de uso habitual.»

Y parece que en la España del siglo XXI una parte de la sociedad sigue todavía esperanzada en que el comunismo sea la pileta que asee a la sociedad, donde monarquías, derechas y la Constitución del 78 cedan y den paso a la justicia social, que por lo visto sus ansiosos aspirantes no la tienen todavía bien apercibida. Y es normal, porque los líderes políticos españoles lo hacen creer, porque saben que, como decía Machado, «una de las dos Españas ha de helarte el corazón», y se empeñan en que perdure esta antigua batalla de hace más de un siglo. Quizá porque no son capaces de hacer políticas de justicia humanista, solo de la clásica de ricos contra pobres.

Sin embargo, los votantes sordo-ciegos de Podemos y sus franquicias, ERCMás MadridPSOE, los bilduetarras y el BNG siguen sin ver cómo les usan para encaramarse en el poder y reírse de ellos, mientras se enriquecen a costa de nuestros impuestos y consiguen prebendas políticas que ningún otro ciudadano tendrá jamás. Por ejemplo, Pablo Iglesias fue el zorro astuto que terminó quedándose como único explotador del espontáneo movimiento 15M o de los indignados, en 2011, lo que le catapultó a la oposición en la calle, de ahí al Congreso y luego por un Pedro Sánchez cobarde y ávido de poder, al Gobierno de la nación.

Pero Iglesias y la entonces pareja (oficialmente continúan juntos) y madre de sus hijos, Irene Montero, tocaron moqueta, césped y el diseño exclusivo, incluida la tinaja en el jardín. Se olvidaron del suelo sintético del salón, del cemento de las aceras vallecanas, de la decoración al por mayor de los grandes almacenes. Y también se olvidaron de la gente, los que les auparon para luchar contra los oligopolios. Y es que se repite la misma historia de estos justicieros sociales denominados comunistas o socialistas. Pasó con Fidel Castro y Hugo Chávez. Alcanzan el poder para salvar al pueblo y terminan sirviéndose del pueblo para vivir a su costa. Sin duda, Iglesias & Cía. han caído en el más absoluto descrédito y con ellos aquel proyecto de Podemos, pero siguen conservando la autoridad moral para seguir dictando al pueblo quién lo hace mal. Y todo porque cuando el macho alfa lo es todo, cuando se va, se desmantela lo que había. Por supuesto, eso ya lo sabía él cuando dejó la política activa, porque la gente, lo que se dice gente, como él lo llama, le da igual, solo le interesa lo mismo que a los oligopolios: el dinero.

Pero no puedo dejar de preguntarme una y otra vez cómo es posible que otros partidos, en especial el Partido Popular, no arremetan de forma brutal contra el comunismo

Pero no puedo dejar de preguntarme una y otra vez cómo es posible que otros partidos, en especial el Partido Popular, no arremetan de forma brutal contra el comunismo, los propulsores comunistas y la parafernalia de nombres de calles y plazas, películas, eventos culturales, etc. y besen la ley de la, todavía, Memoria Histórica. Solo ante esta pregunta inexplicable caben más preguntas, más inexplicables todavía… ¿A quién se debe Pablo Casado? ¿Por qué obedece directrices que causan tanta extrañeza en gran parte de su potencial electorado?

Eso no estaba en mi libro de historia del Comunismo (Almuzara) de Juan José Primo Jurado. El comunismo, que influyó en la historia de los pueblos y las personas en el siglo XX y lo continúa haciendo en el XXI, ha acaparado numerosos libros de historia, política y filosofía, pero ninguno como este: repleto de curiosidades y anécdotas, pero también de secretos y claves para entender nuestra Historia.

Memoria del comunismo (La Esfera de los Libros) de Federico Jiménez Losantos. Lo peor del sistema de Lenin no es que se crea con derecho a imponer su dictadura y a matar a sus opositores, sino que las sociedades democráticas acepten ese derecho a robar y matar de los comunistas. Este libro recuerda por qué sucede. Y cómo, conociendo su historia y la de España, cabe evitarlo.

Cine anticomunista (SND) de José Antonio Bielsa Arbiol. La factoría subvencionista de España no se cansa y sigue empeñada en premiar y regalar dinero a películas que se prestan en dar una visión sectaria de lo que fue nuestra Guerra Civil, pero también hay quien quiere aportar su visión sobre lo que es el comunismo, porque como dice la contra “Cien millones de muertos justifican nuestro empeño”. Cine anticomunista (101 películas para combatir el olvido) es algo más que un mero libro de consulta sobre cine. Es la denuncia didáctica y objetiva de la más monstruosa y depredadora ideología conocida llevada al celuloide.