Alfonso XIII consagró España al Sagrado Corazón y los milicianos 'fusilaron la imagen'
Este año de 2023 la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús cae en viernes 16 de junio, mientras el sábado 17 será la Fiesta del Inmaculado Corazón de María.
Junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús y no es día de precepto aunque se trate de la devoción más enraizada en todo el orbe católico durante los últimos 500 años, también en España. Hablamos de la misericordia de Dios, el concepto clave del segundo milenio del Cristianismo.
Empezando por el final: de algunas personas puede decirse que tienen todas las características del perro menos la lealtad. Y es que la historia del hombre, de cada hombre, es una historia de ingratitud hacia su Creador, redentor y Padre. Por aquí es por donde llegamos a la devoción al Sagrado Corazón.
El relevo de Santa Margarita María de Alacoque lo cogió con mano firme la polaca Faustina Kowalska, con su "Jesús en Vos confío". Entre ambas mujeres, el varón español Bernardo de Hoyos
Recuerden: Santa Margarita María de Alacoque (1666) le pide al Rey de Francia (un tal Luis XIV) que dedique el país al Sagrado Corazón de Jesús. No lo hizo y un siglo después venía la ilustración francesa, el mundo ilustrado, con sus grandes aportaciones al progreso. Mismamente, la guillotina.
Por cierto, quien sí consagró un país, España, al Sagrado Corazón de Cristo fue el rey Alfonso XIII, que aunque era un poco golfo, tuvo dos detalles de coherencia que no contemplo ni en su hijo, ni menos aún en su nieto y del que su bisnieto, bueno, es la antítesis. Don Alfonso, en pleno reinado, consagró España al Sagrado Corazón de Cristo (1919), en el Cerro de los Ángeles... y se negó a las exigencias masónicas de legalizar en España el divorcio, la enseñanza laica y otras lindezas que le exigían los Hijos de la Viuda si quería mantener el trono. Perdió el trono, ciertamente, pero no perdió sus principios. Todos los días lucho por poder decir lo mismo de sus sucesores, pero no lo consigo, en especial lucho por decir algo parecido del monarca actual.
Misterio más incomprensible aún que el de la Santísima Trinidad es saber cómo Dios conjuga su infinita justicia con su infinita misericordia
Pues bien, Felipe VI, rey de España desde que abdicara su padre, Juan Carlos I, en 2014, se negó ni tan siquiera a hablar de una nueva consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús en 2019 cuando se cumplía un siglo de la consagración realizada por su bisabuelo Alfonso XIII. Nuestro monarca actual está abducido por el Nuevo Orden Mundial (NOM) que, sin entrar en mayores profundidades, es un ambientador de tristeza y desesperación por el conjunto de la humanidad. No me extraña, la bandera de ese NOM es el trashumanismo: acabar con la raza humana. De entrada, acabar con el hombre como cabeza rectora de la creación, colocándole en paridad de estima con animales, plantas o planeta.
Naturalmente, se le pedía que la consagración de España al Sagrado Corazón debía tener lugar en el Cerro de los Ángeles, donde la hizo Alfonso XIII, ante la misma imagen que los milicianos republicanos fusilaron, la imagen del Sagrado Corazón erigida en el centro geográfico de España.
Hace mal Felipe VI, una vez se entra en la galaxia del Nuevo Orden Mundial y este no admite protagonistas: sólo siervos y verdugos.
Volvamos al Sagrado Corazón en España: el beato Bernardo de Hoyos (Santuario nacional de la gran promesa, en Valladolid) recibe la promesa de que España estará bajo la protección del Sagrado Corazón, de la misericordia divina.
Papa Francisco: toda la vida cristiana consiste en tres expresiones: por favor, perdón y gracias
Ya en el siglo XX, una semianalfabeta polaca, de nombre Helena Kowalska, hoy Santa Faustina, se convierte en el moderno apóstol de la Divina Misericordia. San Juan Pablo II promulga la única fiesta litúrgica promulgada en todo el siglo XX: la Divina Misericordia, el primer domingo después del de Resurrección.
Alacoque, Hoyos y Kowalska... los tres vienen a decir lo mismo: misterio más incomprensible aún que el de la Santísima Trinidad es saber cómo Dios conjuga su infinita justicia con su infinita misericordia. Y como ahí tengo poco que aportar les aconsejo que se acojan a la misericordia no vaya a ser que sean reos de la justicia divina. Ahí no caben recursos.
Ahora bien, ¿el hombre actual confía en Dios? Yo juraría que no. Y eso supone un problema. Pero existe un problema anterior: todas las celebraciones de junio llevan a la gratitud y percibo que hasta en cristianos practicantes falta la gratitud. Y ya saben, como recuerda el Papa Francisco, toda la vida cristiana consiste en tres expresiones: por favor, perdón y gracias.
En cualquier caso, aunque todo vaya mal o peor, y las cosas no van bien, ni en la Iglesia ni en el mundo, recuerden que las grandes tragedias sólo se combaten con alegría, con mucha esperanza... ni negando la realidad, que es trágica, ni diciendo que todo va bien porque es mentira. Pero, junto a eso, hay que recordar que la victoria sólo es de Dios y los católicos somos hijos de Dios.
No, junio no es el mes del Orgullo Gay sino del Sagrado Corazón.