Monjas votando en unas elecciones
La democracia no es la única forma de gobernar, sin embargo, hay un subsuelo de opinión en el planteamiento de los que viven en ella que sostiene que es la menos mala a la que podemos aspirar... Pues bien, está en nuestras manos mejorarla.
La suerte de vivir entre libros es que te da la oportunidad de asistir a actos muy interesantes y que te enseñan mucho. El pasado día 11 de marzo tuve a bien asistir a la presentación del libro Democracia para idiotas, de Pedro Ramos Josa, un politólogo que lanza su segundo ensayo sobre la democracia (el primero fue sobre la democracia americana). Estuvo arropado por José María Marco, también autor del prólogo del título presentado. Ambos abrieron la sesión con un cuestionario de preguntas y respuestas que hizo entrar en calor a la sala. El público se contagió y dio lugar a una enorme mesa redonda. Lo que demuestra que la salud democrática preocupa, y mucho, a parte de la sociedad; desgraciadamente esa parte de la sociedad es la que lee, reflexiona y saca conclusiones... ¡Vamos, una enorme minoría, pero selecta! A modo de ráfagas, como la sinopsis de la síntesis, apuntaré algunos de los pensamientos que se debatieron en abierto y a los que, sin duda alguna, muchos de los que me leen les hubiera gustado asistir y participar.
La socialdemocracia ha conseguido crear Estados fuertes que, por el bien de todos, cada vez intervienen más en la sociedad y en nuestras vidas personales
Uno de los aspectos que dieron lugar a comentarios -y luego en el clásico vino español, a corrillos- fue sobre la democratización de la democracia. Me explico. La socialdemocracia ha conseguido crear Estados fuertes que por el bien de todos cada vez intervienen más en la sociedad y en nuestras vidas personales. Un Estado cada vez más fuerte genera una sociedad cada vez más débil. Nada más hay que ver que nuestras posibilidades como ciudadanos: cada vez más, se reducen a votar cada cuatro años más o menos y además a listas cerradas. También se habló y mucho sobre la imposición legislativa de la igualdad en detrimento de nuestra libertad. ¡Cuántas veces lo habremos dicho! Y cuántas veces se siguen luciendo camisetas verdes en riadas humanas, defensores de la igualdad en escuelas públicas, por supuesto gratuitas... ¿Dónde queda la libertad de elección de los padres que desean una educación diferenciada, religiosa o lejos de las ideologías de género? En un gueto de fascistas supremacistas y ricos insolidarios. Y es que el bienestar social se impone así, a golpe de igualdad y a quien no le guste que se vaya...
Otro de los temas que más minutos absorbió fue la evolución de las formas democráticas, de la democracia representativa hacia eso que se llama democracia directa. Es decir, aquella que se ajusta al derecho por la Constitución por aquella que pretende que la soberanía popular esté por encima de la ley, como gustan decir en tono muy formal Quim Torra, el PNV, y los podemitas en general, que lógicamente lo hacen a su interés partidista y/o nacionalista. Un concepto revolucionario de tintes anarquistas que sin duda acaba en tiranía, y a la historia me atengo. El pueblo vota mal cuando no vota lo que los dirigentes quieren y eso obliga a listas cerradas y primarias de chichinabo en los partidos. El Estado es la casa del poder, que no se debe confundir con el gobierno electo, ni tan siquiera con la democracia en sí misma. Y aquí es donde hemos topado con la corrupción política de la que nadie habla, que tapan con la corrupción económica, que es la de menos importancia por muchos millones que sean. Estoy hablando de la corrupción política, cuando las instituciones se ponen a disposición del poder y los gobernantes, dando la espalda a los ciudadanos que son a quienes hay que servir. O la corrupción de la razón, retorciendo los discursos con frases grandilocuentes que deslumbran a la los menos brillantes de la sociedad porque oyen lo que les pide el cuerpo.
El Estado es la casa del poder, que no se debe confundir con el gobierno electo, ni tan siquiera con la democracia en sí misma
Llegado a este punto, me pregunto qué ha hecho la Iglesia por que los ciudadanos en España hayan llegado al nivel de lumpen moral. Qué hacemos los cristianos, católicos, para contrarrestar estos hacinamientos de basura ideológica... Porque lo voy a dejar muy claro, cualquier partido actual con capacidad de gobernar es inmoral, es anticatólico y ejerce violencia grave contra el ser humano en la vida, en la economía y en las formas de familia que proponen todos a una. Ahora parece que llega Vox con renuevos que satisfacen a la mayoría conservadora española, pero solo dejaré dos apuntes: primero, su líder no tiene vida cristiana y es difícil ser coherente con las ideas si no se practican en la realidad del día a día; y segundo, quien hace uso de la religión como fundamentos que no se viven, termina convirtiéndola en propaganda religiosa y en consecuencia en puros fundamentalismos.
Los pastores no pastorean y los católicos vacían las iglesias porque en su ausencia oyen cantos de sirena y les llenan el corazón con ideas, cuando menos, fatuas
La Jerarquía ha perdido los buenos tiempos de actuar, sobre todo porque no han dado acogida a los cristianos en su larga soledad -iba a poner orfandad pero me parecía muy fuerte-. Los pastores no pastorean y los católicos vacían las iglesias porque en su ausencia oyen cantos de sirena y les llenan el corazón cuando menos de ideas fatuas, y se creen felices porque no tienen donde contrastar lo que les ofrecen por ahí. Nuestra Conferencia Episcopal debe hacer llegar a los cristianos su voz, su compañía. Es a ellos a los que hay que consolar, no llevarse bien con el enemigo, que nunca te lo agradecerá. Es el tiempo de los cristianos. Así de rotundo. Cuarenta años de democracia sirven para demostrar que la dejadez de los que aspiran a ser Iglesia ha dado paso a los que la desprecian, incluso la odian.
Democracias y falacias (ELC) de Julio Barceno. Primer ensayo del autor que realmente es un contenedor de denuncias sobre el mal uso que hacen los gobernantes de la democracia, especialmente cuando la embargan y dejan al ciudadano sin defensa. Algunas de las aportaciones son realmente duras, porque además tienen razón.
¿Democracia sin religión? (Stella Maris) de varios autores. Joseph Ratzinger (el Papa emérito Benedicto XVI) declaró a finales de los noventa que “cualquier futura dictadura anticristiana sería probablemente más sutil que las dictaduras que hemos conocido en el pasado: admitiría aparentemente la religión, pero sin que ésta pueda intervenir en la forma de conducta ni en el modo de pensar”. ¿Estamos ya recorriendo ese camino hacia el anticristianismo? Pues, no le faltaba razón al cardenal...
Democracia vergonzante (Última línea) de Ramón Soriano. El autor propone la sustitución de la monopolizadora democracia representativa por una verdadera democracia ciudadana: conjunción de la democracia representativa, la democracia directa y la democracia participativa, en la que converjan nuevos instrumentos de toma de decisiones políticas directamente por los ciudadanos y la creación de grupos de ciudadanos de acción política, al margen de las instituciones y los partidos políticos.
Para más comentarios sobre el autor, pueden visitar su página de Twitter aquí.