La presidenta de la Comunidad Madrileña, Isabel Díaz Ayuso, realiza su ya tradicional discurso (seis minutos, merece la pena escucharlo) en la inauguración del belén navideño, ubicado en la sede de la Comunidad, en la madrileña Puerta del Sol.

No descubre Ayuso la pólvora en su discurso, pero decimos que merece la pena porque ver a una política española, además del PP, capaz de hablar de Cristo con la naturalidad que otorga la verdad es algo que, hace 30 años habría parecido normal y habitual, hoy representa un descubrimiento brillante. Una 'rara avis' en nuestros días. 

Empezaba fuerte la Presidenta: "adviento significa venida, y con la emoción que produce siempre la anticipación por la llegada de alguien querido, preparamos la celebración de la Pascua de Navidad, del paso de Dios por la tierra que nace y se hace hombre...muere y resucita y lleva la salvación a  todos los hombres". 

La presidenta madrileña no se detuvo ahí: "si con la Epifanía, con la popular fiesta de los Reyes Magos, el cristianismo se hace católico, esto es, universal, y el hombre celebra por primera vez que Dios llega a todos los pueblos y razas, con el propio Cristo con su encarnación como hombre Dios mismo se incorpora a la historia humana", "así la dignidad del ser humano la colocaba en lo mas alto". Y recalcaba que la vida humana es algo "precioso e insustituible" y que "nadie está de más en este mundo y ninguna vida vale menos ni merece menos ser vivida". En este punto, solo una pega, aclárese señora Ayuso

La jefa del Gobierno regional ha recordado a "los cristianos perseguidos por el mundo" y ha asegurado que, desde la Comunidad de Madrid, "les tenemos presentes especialmente en estas fechas".

Continua Ayuso: "el niño Dios nace en Belén y el mensaje es el de paz en la tierra. La familia se declara sagrada, la promesa es la salvacion, el perdon, la vida eterna". "Y el mandamiento único es el amor, amaos los unos a los otros, sus palabras impactaban a quien las oían, sus seguidores sufrieron durante siglos, todavía hoy, la más cruel de las persecuciones, pero nada pudo impedir que aquel mensaje se transmitiera de padres a hijos, generación a generación porque ofrecía un horizonte de paz, amor, justicia y verdad desconocidos hasta entonces". 

"Ese mensaje cristiano, se tenga o no fe, es el que impregna nuestra forma de vida: la caridad, la piedad, el perdón, la tolerancia, el cuidado a los enfermos, la ayuda a los vulnerables, el respeto a la vida humana, la dignidad de la mujer, la satisfacción de compartir y de hacer el bien…".

"Cada año frente al Belén digo unas palabras sobre la Navidad, poque todos los años celebramos algo que es mucho más importante que las vacaciones, los regalos, las luces...corremos el riesgo de perder el sentido de quiénes somos y de dónde venimos".

"¿De verdad creyentes y no creyentes vamos a renunciar a este legado que lleva en si lo mejor de nosotros? La propia Historia de España, desde la Hispania romana, y desde la misma Monarquía de los Visigodos, no se explica sin su raíz cristiana. ¿Nos lo vamos a negar? ¿Qué gana nadie con esa falsificación? Pocos países están tan vinculados en su Historia entera y en su labor en el mundo a la concepción católica". 

Y ojo, que la Presidenta madrileña termina citando a San Juan Pablo II: "Juan Pablo II se preguntaba: "¿Se puede apartar a Cristo de la Historia de cada nación? ¿Se le puede apartar de la Historia de Europa? De hecho, ¡sólo en Él –seguía diciendo el Papa– todas las naciones y la humanidad entera pueden cruzar “el umbral de la esperanza”!".

"El Evangelio es parte de la historia de todos...por eso propongo un pacto por la Navidad...recuperar la cultura religiosa que es inseparable de la cultura con mayúscula de la que venimos, y que necesitamos para saber adónde ir".