El majadero que ocupa el cargo de presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha pedido que se aísle a los no vacunados. Ha nacido la segregación vacunil o vacuneril. Los remisos son leprosos a los que no hay que tocar ni de lejos y, por supuesto, hay que prohibirle cualquier tipo de vida social. A mí que ni se me acerquen. 

En el entretanto, los alegres chicos de Adhanom, es decir, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) preludian 700.000 muertos en Europa durante los próximos meses: todos vais a morir, malditos, pero algunos moriréis más que otros.  

La portavoz del Gobierno, otra inefable del sanchismo, Isabel Rodríguez, lo ha dejado clarísimo: "vacunación y mascarilla: es la fórmula del éxito". La verdad es que no sé de qué éxito habla pero lo cierto es que doña Isabel ha añadido lo del bozal, lo que supone que nos van a mortificar con el tapabocas por muchos meses. 

Vacunación y mascarilla: método de éxito del Gobierno. ¿Y si sólo funcionan al ralentí? Más vacunas y más bozales

Vacunación y mascarilla: método de éxito del Gobierno. ¿Y si sólo funcionan al ralentí? Pues más vacunas y más bozales, que es exactamente lo que nos van a imponer a la postre. Vamos, que no nos libramos del bozal ni a sabiendas.

La única pega, además del origen de la vacunas -sí, hay que repetirlo: han utilizado tejidos celulares procedentes de abortos- es que tienen toda la pinta de vacunas poco eficientes y que... seguimos sin saber nada de este bicho. No sabemos su origen, no conocemos sus causas, apenas sus consecuencias y vamos dando palos de ciego con remedios que no curan, sólo amortiguan los resultados. Caramba, no es como para sentirse muy orgulloso.  

Pues es igual. Por miedo, muchos españoles se muestran sumisos ante la amenaza y chiflados del tipo Revilla intentan la ruina de la que tanto nos está costando salir: restricciones a la hostelería, a la movilidad y a lo que haga falta. ¿Y si no funciona? Más restricciones.

Algún día surgirá -a lo mejor de Pfizer- una medicina contra el Covid. Medicina de verdad, de las que curan. A lo mejor surge 48 horas después de que nos enteremos de quién es nuestro enemigo y de cómo nos ataca.