Esto es muy divertido. De viaje en Nueva York, Pedro Sánchez, nuestro hombre sexy -¡Mecachis que guapo soy!- presume en Usa de lo bien que lo ha hecho frente al Covid. ¡Tiene bemoles la copla! Hombre no, por ahí no paso. Gracias a don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, España ha tenido el dudoso honor de ser el país con más muertos por Covid en términos relativos, que es como hay que verlo. Exceptuando, eso sí, países incomparables, como San Marino o El Vaticano.

Gracias a Sánchez hemos descubierto que, a mayor liberticidio, más infecciones. Sí, porque España e Italia, los más duros confinamientos domiciliarios de toda Europa, fueron los países, de toda Europa, con más muertos por habitante. Insisto, hablamos de países comparables, no de san Marino, que mueren tres y ya se dispara la estadística en términos relativos.

Porque, además, el pánico creado con su confinamiento, inconstitucional y, lo que es peor, arrogante, es el pánico general al virus. Y así, nos arrastramos ahora, 16 meses después, elevada la anécdota a categoría, hacia un enfrentamiento entre negacionistas y tragacionistas -neologismo de Juan Manuel de Prada, a quien le doy las gracias desde aquí-. Contemplo a cierto famoso de la tele, oculto bajo unas gafas negras en las que anida un poderoso pensamiento, cargar contra los negacionistas: ¿existe alguno? ¿hay alguien tan tonto como para negar que hay un virus por ahí danzando, virus que ya ha provocado muchos muertos?

Nuestro hombre, eso si, es un tragacionista muerto de miedo al miedo, que exige que nos encerremos en casa y nos deprimamos. O sea, que Es un tragacionista, porque tiene unas tragaderas enormes.

La verdad primera sobre el coronavirus es que apena sabemos nada sobre él. Por tanto, lo sensato sería no pasarse en las soluciones liberticidas, porque si no hay solución definitiva o al menos aún no la hemos encontrado, ¿por qué obligar a la gente a vivir definitivamente encarcelada? Protegerse sí, enloquecer no.