Sólo nos salvará el buen humor: el del 'Pasaporte Covi', el símbolo de las Olimpiadas 1992
Yo, cuando sea mayor, quiero ser accionistas de Pfizer. Es la mejor empresa del mundo mundial. Ríase usted de Apple o Tesla. Les explico: dede hace meses, Pfizer tiene preparada y presentada ante las autoridades sanitarias su tercera dosis de la vacuna contra el covid.
En éstas, hace aproximadamente mes y medio, surge la ferocísima variante Ómicron, el nuevo coco malo para asustar aún más al personal. Pues bien, la farmacéutica norteamericana, tras profundos estudios de investigación, ha decidido que la próxima pandemia llegará por la vía de la viruela. Para cuando eso ocurra, a lo mejor Gates ya tiene preparado el antídoto. Pero esto sólo es una sospecha.
Mientras, prosigue la táctica del Gobierno Sánchez, que de propaganda sí que entiende: que las restricciones las planteen las comunidades autónomas, todas ellas dirigidas por personajes temblorosos, que no se distinguen por su valentía, ni ante el virus ni ante la posibilidad de ser cesados de sus poltronas, y que se guían por el dicho maño de "a ningún 'por si acaso' le fastidiaron".
De esta forma, Sánchez consigue que la mala uva de los afectados, que ya no aguantan más, se vierta sobre los barones regionales y no sobre su persona.
Por lo demás, el español medio ya no aguanta más restricciones por lo que Moncloa prefiere que esos atentados contra la libertad sean ordenados por los gobiernos autónomos. Sánchez se dedica, exclusivamente, a salvar a la gente con las vacunas... Pfizer. Es muy sensible.
Conclusión, lo que los hombres anonymous nos resumen como balance Covid (ver imagen): han conseguido una sociedad esclavizada que, encima, por miedo a la muerte, solicita más esclavitud. Pues oiga, de algo hay que morir.
Y sólo nos salvará el buen humor: el del 'Pasaporte Covi', el símbolo de las Olimpiadas 1992. Mientras la ministra Carolina Darias, a la que nunca se le cae la cara de vergüenza, alaba a las masas por acudir a la vacuna. Resulta que jóvenes y adultos acuden a vacunarse para que les dejen entrar en las discotecas. Es decir, que a la fuerza ahorcan.
Pura responsabilidad.