Estíbaliz Kortazar Errecatxo, vive en Basauri en País Vasco. Hace once meses le alquiló una habitación en su vivienda a un inmigrante magrebí que no tenía casa. Ahora se niega a abandonar la vivienda, la ha echado y no paga la renta. 

Estíbaliz tiene que vivir en casa de su hermano, aunque planea volver a su casa a finales de agosto por miedo a que el ocupante acabe apropiándose del inmueble: "Sé lo que me espera, pero no tengo más remedio. Si se queda solo, pensará que la casa es suya".

La mujer se vio obligada a irse de la casa por un habiente hostil que ha relatado en varias entrevista. El inmigrante convirtio la convivencia en una pesadilla: luces encendidas toda la noche, música, alarmas costantes... todo hacía que la tensión fuera subiendo, sumándole actitudes provocadoras e irrespetuosas como ver pornografía en su presencia, insultos, insinuaciones sexuales: "Estoy durmiendo tres horas al día desde hace un año", denuncia. "No podía seguir viviendo con ese miedo. Cada vez que lo veo, el corazón se me acelera. Estoy en tratamiento psicológico y de baja laboral".

Hay que añadir que el inquilino le debe 2.000 euros porque dejó de pagar la renta pese a que Estíbaliz lo acogió en un acto de solidaridad, y es que Estíbaliz es voluntaria desde hace años en organizaciones de apoyo a inmigrantes y refugiados. Para ser coherente alquiló la habitación a un inmigrante sintecho a través de la asociación con la que colaboraba: "Yo no tenía habitación libre, así que los chicos dormían en el sofá. A este le alquilé porque lo necesitaba y porque me dijeron que no había dado problemas".

El contrato firmado era del tipo hospedaje-pupillaje, vinculado al cobro de ayudas sociales, y tenía una duración de un año. Con tiempo suficiente, Estíbaliz notificó al inquilino que no le renovaría, pero el hombre se negó a abandonar la vivienda al finalizar el pasado año. La mujer ha recurrido a la policía, pero, ante la fala de una orden judicial ejecutiva, se ha declarado impotente para actuar.

Ante la negativa del hombre a abandonar la casa, Estíbaliz contactó con un conocido extranjero, del mismo origen que el inquiokupa, para que pudiera hablar con el, pero el intento terminó en agresión: discutieron en árabe y el okupa acabó mordiendo en la cara a su amigo, quien acabó hospitalizado y recibió diez puntos.

Estíbaliz se ha dado cuenta de que forma parte del escudo social del Gobierno, y aseguro que no ha ha recibido respaldo institucional: ni la trabajadora social, ni el Ayuntamiento de Basauri, ni la Diputación le han ofrecido soluciones. "Como no es violencia de género, porque no es mi pareja, nadie me ayuda. Solo me apoyan mis amigos, mi familia y la gente que está firmando en change.org". 

"La ley está de su parte. El día que salga, yo no volveré a alquilar a nadie más. Eso lo tengo clarísimo”, sentencia Estíbaliz.