Como publicamos en Hispanidad, la Sala Civil del Tribunal Supremo, máximo órgano del Poder Judicial en España, reiteró ayer su rechazo al alquiler de vientres, también llamado gestación por sustitución, y advirtió que esta práctica reduce tanto a las madres como a los bebés a “meros objetos”, 

Una sentencia lógica, justa y tremenda. Considera el Supremo que la maternidad subrogada denigra a la madre de alquiler y al niño y carga sobre la 'encargante', que deberá adoptar al niño si quiere ejercer de madre.

Además, y al igual que ocurre con la fecundación in vitro (FIV), recuerda el Supremo que una persona tiene derecho a conocer sus orígenes.  

En ese sentido, el actual obispo de Alicante, Jose Ignacio Munilla (@ObispoMunilla) twitteó ayer, tal y como recogió Hispanidad.

En este contexto, Electomanía ha lanzado dos encuestas sobre la posición de los españoles ante la regulación de la gestación subrogada en España. 

En la primera de ellas, el 48% de los encuestados apoyaría una regulación de la gestación subrogada con garantía de protección para las gestantes, mientras que el 43,6% rechazaría la regulación. Sobre los padres que recurren la gestación subrogada, el 47,8% consideran que están comprando un niño, y el 45,8% opinan que no están haciendo nada malo. 

La segunda de las encuestas se centra en las mujeres gestantes, el 47,5% consideran que que son explotadas/utilizadas y el 41,6% creen que las gestantes lo hacen por altruismo y no están explotadas. 

Decíamos hace unos días que el aborto lleva vigente en España 38 años y ya hablamos del infaticidio como un derecho, y parece que vamos por el mismo camino con los vientres de alquiler que, al igual que la fecundación in vitro, se anuncian como dar vida, cuando lo que ofrecen es muerte. Los vientres de alquiler constituyen otro "avance progresista" que, como tantas otras iniciativas de vanguardia, supone un atentado contra la ley natural, es decir, una violación de la naturaleza. 

En resumen: tener hijos no es un derecho, es un don; gestarlos y criarlos... y educarlos y quererlos, es un deber.