La salud de las uñas suele quedar relegada a un segundo plano, pero su aspecto puede ofrecer información muy valiosa sobre el estado general del organismo. Cambios en su forma, en su color o en su textura pueden ser el primer indicio de una enfermedad dermatológica, una infección o incluso un problema sistémico que conviene atender a tiempo. Por eso, cada vez más especialistas subrayan la importancia de prestarles atención y acudir a un profesional cuando aparecen alteraciones persistentes.
En esta línea, la medicina ha impulsado unidades específicas como la Consulta de Patología Ungueal, dedicadas exclusivamente al diagnóstico y tratamiento de las enfermedades que afectan a las uñas de manos y pies. El Dr. Juan Jiménez Cauhé, especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología del Hospital Quirónsalud San José, recuerda que “las enfermedades de las uñas son más frecuentes de lo que se cree y su tratamiento supone una mejora considerable en la calidad de vida de los pacientes”.
Patologías habituales
Entre las patologías más habituales se encuentran los tumores ungueales, que pueden ser benignos o malignos. Los primeros son mucho más comunes y a menudo están infradiagnosticados. Fibromas periungueales, verrugas cercanas a la cutícula, quistes mixoides en el dorso de los dedos u onicopapilomas que se manifiestan como líneas longitudinales son ejemplos frecuentes. Su abordaje depende de si causan molestias o alteran la función de la uña, oscilando entre tratamientos conservadores y la extirpación quirúrgica. Los tumores malignos son menos habituales, aunque exigen un diagnóstico rápido para evitar complicaciones. El carcinoma epidermoide y el melanoma son los más representativos, y en ambos casos la cirugía es el tratamiento indicado.
Entre las patologías más habituales se encuentran los tumores ungueales, que pueden ser benignos o malignos. Los primeros son mucho más comunes y a menudo están infradiagnosticados. También son frecuentes los fibromas periungueales, verrugas cercanas a la cutícula, quistes mixoides u onicopapilomas
Otra de las consultas más frecuentes tiene que ver con los hongos u onicomicosis, especialmente comunes en verano. Producen picor, mal olor, descamación y cambios visibles en el color y el grosor de la uña. Representan, según los especialistas, cerca de la mitad de los motivos de consulta relacionados con patología ungueal. Su tratamiento puede ser tópico u oral, pero exige un diagnóstico preciso, ya que muchas veces se confunden con alteraciones traumáticas, bastante más frecuentes, lo que lleva a tratamientos antifúngicos innecesarios y prolongados.
Uñas frágiles
Las uñas frágiles constituyen otro motivo de preocupación habitual. Se calcula que afectan al 20% de la población y la cifra asciende al 30% en mujeres. Suelen relacionarse con trabajos manuales, exposiciones prolongadas al agua, humedad o pequeños traumatismos repetidos. Para tratarlas se aconseja limitar los factores que favorecen su aparición, utilizar terapias tópicas hidratantes y, en algunos casos, recurrir a suplementos específicos que favorecen la regeneración de la uña.
También son muy comunes las uñas encarnadas, especialmente en personas jóvenes y deportistas. Cuando la uña crece clavándose en la piel, la zona se inflama y duele, dificultando incluso la marcha. La solución más eficaz consiste en retirar la porción lateral que se introduce en el tejido y aplicar fenol para impedir que vuelva a crecer en esa zona, evitando así recurrencias.
Las uñas frágiles constituyen otro motivo de preocupación habitual. Se calcula que afectan al 20% de la población y la cifra asciende al 30% en mujeres. Suelen relacionarse con trabajos manuales, exposiciones prolongadas al agua, humedad o pequeños traumatismos repetidos
La uña en pinza es otra deformidad frecuente, sobre todo en mujeres de edad media o avanzada. Se caracteriza por una curvatura exagerada de la lámina ungueal, asociada a menudo a artrosis o alteraciones en la forma del pie. Su corrección se realiza mediante tratamientos conservadores para mejorar las alteraciones anatómicas y de la marcha asociadas, guiando la uña hacia una forma más adecuada durante varios meses. Si el tratamiento falla, puede considerarse una intervención quirúrgica.
Por último, algunas enfermedades dermatológicas se manifiestan también en las uñas. La psoriasis puede provocar manchas amarillas, engrosamiento o pequeños hoyuelos (pitting); el liquen plano altera la forma de la uña e incluso puede destruirla parcialmente; y la alopecia areata da lugar a hendiduras, porosidad y fragilidad. Identificar estas señales permite orientar el diagnóstico hacia la enfermedad cutánea subyacente y aplicar el tratamiento más adecuado.
En definitiva, la salud ungueal ha sido tradicionalmente desatendida y ha llegado el momento de empezar a tomársela en serio.
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