En nuestra sociedad se habla mucho de inclusión, se ha vuelto un tema recurrente, sin embargo la realidad que reflejan los datos oficiales es bien distinta. Y es que sólo el 34,5% de la población con discapacidad en edad de trabajar eran activos, es decir, 654.600 personas de un total de 1.899.800 personas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes a 2018.

Cifras que muestran una tasa de actividad 43,1 puntos inferior a la de la población sin discapacidad. Por su parte, la tasa de paro del colectivo con capacidades diferentes se situó en el 25,2%, un punto menos respecto a 2017, pero 10,1 puntos superior a la del resto de la población. Datos que vuelven a evidenciar la baja participación del colectivo con discapacidad en el mercado laboral español, pese a que el derecho al trabajo es un derecho fundamental. Queda mucho por hacer.

La tasa de paro del colectivo con capacidades diferentes se situó en el 25,2%, un punto menos respecto a 2017, pero 10,1 puntos superior a la del resto de la población

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La Confederación Nacional de Centros Especiales de Empleo (Conacee) ha destacado que sólo un 15,6% de las personas con discapacidad ocupadas en 2018 eran trabajadores por cuenta propia, los restantes 434.000 eran trabajadores asalariados. De estos últimos, 282.700 eran asalariados en centros ordinarios, mientras el resto (151.300) trabajaba en Centros Especiales de Empleo (CEE) o eran funcionarios que cotizan a las mutualidades del Estado.

Estos CEE son uno de los principales generadores de puestos de trabajo en España para decenas de miles de personas con discapacidad, facilitando una cuarta parte de los empleos del colectivo, y suponen un mecanismo de tránsito hacia el empleo ordinario. Conacee llama la atención sobre las consecuencias que ha tenido en 2019 la diferenciación introducida en la normativa el año anterior, por la que se creó la subcategoría de CEE denominados de Iniciativa Social, para los que están promovidos o participados en más de un 50% por una entidad sin ánimo de lucro y que reinviertan sus beneficios.

Sólo un 15,6% de las personas con discapacidad ocupadas en 2018 eran trabajadores por cuenta propia, los restantes 434.000 eran trabajadores asalariados

Considera que es necesario corregir de inmediato dicha diferenciación entre la iniciativa social y la iniciativa privada o empresarial, porque provoca desigualdad. Señala que no se puede consentir que las empresas más sociales (más del 65% de los CEE que tienen unos porcentajes de personas con discapacidad en sus plantillas superiores al 87%) por no pertenecer a una asociación o fundación sean expulsadas de la contratación pública reservada y compitan en desigualdad de condiciones en el sector privado frente a otras organizaciones que reducen sus costes por los inferiores salarios y aumentan sus ingresos con ayudas y subvenciones. Conacee reclama para este año un trato igual entre iguales, pues es un derecho y una obligación de todos velar porque nadie se quede atrás.

El año pasado se firmaron 116.873 contratos para personas con discapacidad

La inclusión de las personas discapacitadas no es sólo una asignatura pendiente en el mercado laboral, también, por ejemplo, en el mundo educativo. Y para contribuir a que esto deje de ser así, cabe destacar el convenio de colaboración entre la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe) y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Conacee reclama para este año un trato igual entre iguales, pues es un derecho y una obligación de todos velar porque nadie se quede atrás

Daniel-Aníbal García Diego, secretario de Organización de Cocemfe, destacó que “pretendemos contribuir a que las personas con discapacidad tengan un desarrollo personal y educativo en igualdad de condiciones y puedan acceder a la formación que precisen para alcanzar sus objetivos profesionales”. Asimismo, añadió que “la educación inclusiva potencia el aprendizaje de todo el alumnado, con y sin discapacidad, y cuenta siempre con toda la comunidad educativa en todos los niveles de enseñanza”.

El rector de la UAM, Rafael Garesse, subrayó el compromiso de dicha institución con la igualdad de oportunidades y la plena inclusión del estudiantado con necesidades educativas especiales, apostando por su talento, fomentando su autonomía y facilitándoles el acercamiento al mundo laboral”. El convenio recoge la colaboración en programas de inclusión, la elaboración de materiales divulgativos y de sensibilización sobre la discapacidad, así como el Diseño Universal para el Aprendizaje en la Universidad, la accesibilidad de materiales y las adaptaciones técnicas de puestos de estudio en aulas y laboratorios.

Las iniciativas en materia laboral y educativa están muy bien, pero son sólo primeros pasos, pues no se debe perder de vista que la inclusión de las personas con discapacidad es una tarea de toda la sociedad. En este sentido, el cine está teniendo últimamente un papel importante a la hora de sensibilizar: por ejemplo, gracias al éxito de taquilla de la película española Campeones, protagonizada por un grupo de jóvenes con discapacidad intelectual que formaba un equipo de baloncesto. Gloria Ramos es una de sus protagonistas y llegó a estar nominada como Mejor actriz en los Premios Goya 2019, ahora tiene miles de seguidores en las redes sociales y ha participado en proyectos del sector de la moda. Ella tiene trabajo en una tienda y ahora está de gira con una obra de teatro, pero cree que “la gente tiene que saber sobre discapacidad y enterarse por todos los sitios”, ha señalado en una entrevista para El Mundo. Además, señala que falta educación sobre el tema: “Hay que informar sobre las discapacidades que tenemos, los esfuerzos (que implican) y las metas que queremos conseguir”.

Otro buen ejemplo cinematográfico lo encontramos en la película francesa Especiales, que recientemente ha llegado a las carteleras españolas, y su función es dar visibilidad a casos tremendamente complicados de autismo y dejando claro que la sociedad tiene la obligación de atenderlos en condiciones dignas. Se basa en una historia real, la de Bruno y Malik, dos amigos que llevan veinte años luchando en Francia para hacer algo más llevadera la vida de niños y adolescentes autistas, a través de dos organizaciones sin ánimo de lucro.