Vivir a espaldas de nuestro ambiente natural se paga y nuestro frenético mundo actual, de 24 horas sin parar, nos pasa factura sobre nuestra salud. Aunque no lo creamos, deberíamos pasar un tercio de nuestra vida, ¡sí, una tercera parte!, durmiendo. Pero precisamente los españoles somos una sociedad con déficit crónico de sueño. Dormimos mal como consecuencia, entre otros factores, de ese acelerado ritmo de vida que llevamos, un hecho que perjudica a nuestra salud en el corto, en el medio, y en el largo plazo.

Dormir bien es sinónimo de calidad de vida y de disminución de la mortalidad, así como de mayor longevidad. Dormir es algo tan importante como la nutrición y le damos poca importancia. Si dormimos lo suficiente, mejoramos nuestra eficacia y ganamos tiempo. Transmitimos a la sociedad la idea de que si dormimos perdemos el tiempo, no estamos conectados, y esto no es así”, reseña el doctor Gonzalo Pin Arboledas, director de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud de Valencia y jefe de la Unidad de Pediatría de dicho centro.

Dormir bien es sinónimo de calidad de vida y de disminución de la mortalidad, así como de mayor longevidad

A su juicio, hay que tener en cuenta que a veces a los 60 años se quiere dormir como se hacía a los 20, cuando esto no es posible. “Es como si nos empeñáramos en correr el mismo número de kilómetros a los 60 que a los 20 años. Pues no, cada cosa tiene su momento”, precisa el especialista en sueño.

Así, puntualiza que un recién nacido duerme como media unas 16 o 17 horas diarias; mientras que un adolescente, entre 8 y 9 horas; un adulto joven, entre 6,5 y 9 horas; pero una persona de entre 60 y 70 años, alrededor de las 6 horas. “Si ajustamos nuestras expectativas de tiempo de sueño a nuestras necesidades, tendremos menos ansiedad frente al sueño, y éste será de mayor calidad”, agrega.

Según incide el experto, el sueño no es sólo una cuestión biológica, sino que también depende del tipo de persona, de su entorno microsocial y de su relación con el ambiente. Lamentablemente, vivimos en una sociedad “rápida”, donde se está produciendo una desregulación o una cronodisrupción entre nuestros relojes internos, nuestros relojes psicológicos y nuestro reloj social y ambiental, tal y como denuncia.

El sueño no es sólo una cuestión biológica, sino que también depende del tipo de persona y de su entorno microsocial

En consecuencia, dice que están surgiendo cada vez más problemas del sueño, no sólo a la hora de padecer insomnio, sino también en las alteraciones del ritmo circadiano, “una serie de problemas que aparecen porque nos estamos alejando de nuestro ambiente natural y hemos introducido por primera vez en la historia de la humanidad la velocidad en esos cambios”, subraya.

Efectos sobre la salud de no dormir

Con ello, subraya que los efectos de no dormir lo suficiente se muestran en el largo, en el medio y en el corto plazo, pero también hay que ver si se trata de un déficit agudo o crónico del sueño. “Todos hemos pasado por momentos en los que, por problemas familiares o laborales, por ejemplo, hemos tenido dificultades con el sueño”, incide el director de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud de Valencia. El problema se da cuando el déficit de sueño o el sueño de mala calidad no es una situación aguda y transitoria sino que se convierte en nuestro estilo de vida.

Entre las principales consecuencias de una “pérdida aguda de sueño”, el especialista menciona: el cansancio, la dificultad de concentración, la alteración de nuestra capacidad para controlar nuestros impulsos, los cambios de humor, y sobre todo, al incremento de los accidentes laborales, de tráfico o domiciliarios. “Si se mantiene ese déficit de sueño, esto deriva en problemas metabólicos, alteraciones de la glucosa y de la tensión arterial, o se favorece el desarrollo de la obesidad”, advierte el doctor Pin.

El problema se da cuando el déficit de sueño o el sueño de mala calidad se convierte en nuestro estilo de vida

Trastornos del sueño más comunes

Entre los trastornos del sueño más comunes, el doctor Pin Arboledas apunta al insomnio y a los trastornos respiratorios del sueño. En el caso concreto del insomnio, éste puede deberse, según explica, a dificultades en el inicio del sueño o por problemas a la hora de mantenerlo por despertares precoces.

Mientras, indica que los trastornos respiratorios del sueño se están incrementando por el estilo de vida más sedentario. “Por ejemplo, el incremento del sobrepeso y la obesidad en la población generan que los trastornos respiratorios durante el sueño aumenten en secuencia, intensidad y se hagan cada vez más precoces en su presentación”, remarca.