Hispanidad ha venido contando los ataques militares de Azerbaiyán (país musulmán) a Armenia (país cristiano) en la República de Artsaj (también llamada Nagorno-Karabaj), a la que, tras someterla a una “limpieza étnica”, la han hecho desaparecer como territorio cristiano autónomo, adueñándose de él, con el apoyo de Turquía. 

En concreto, los cristianos armenios que habitaban en la región autónoma de Nagorno-Karabaj se vieron obligados a huir de su tierra ante el temor a un genocidio -unos 120.000, que han huido a Armenia- tras haber sido machacados por los musulmanes de Azerbaiyán, estos últimos apoyados y armados por el presidente islamista turco Erdogan y bajo el beneplácito del presidente ruso Putin…

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Los armenios acogieron a sus compatriotas de Nagorno-Karabaj con toda la hospitalidad posible. 

Voluntarios y entidades se pusieron manos a la obra para alojarlos y proporcionarles lo mínimo imprescindible para vivir. Además, enseguida acogieron a los niños en los colegios para que pudieran proseguir los estudios. 

Por su parte, el Gobierno de Armenia trata de aprobar medidas que ayuden a los armenios huidos a encontrar trabajo, así como para proporcionarles viviendas dignas. 

Pero aun así, su situación es complicada. 

En declaraciones a Swiss Cath, una de esas armenias que tuvieron que huir de Nagorno-Karabaj señala: «Ni siquiera pudimos empacar ropa. Llegamos a Armenia casi sin nada. Cuando vinimos a esta casa, estaba casi vacía».

Y todo esto, ante el olvido de la comunidad internacional, principalmente la occidental, que muestra una gran empatía con otras causas pero que se ha olvidado de los armenios que tuvieron que huir de sus hogares para salvar su vida de la represión de los musulmanes de Azerbaiyán...

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