Dicho polaco: si nos atacan los alemanes por el oeste y los rusos por el este, ¿a quién debemos disparar primero? La respuesta es: antes debemos disparar a los alemanes del oeste que a los rusos del este... porque primero es el trabajo, luego el placer.

El mismo pueblo de Varsovia, Gdansk y Cracovia que se enfrentó a los alemanes, el mismo pueblo que se enfrentó al imperio comunista, el mismo que luego se ha mantenido firme ante la ideología de género de Washington y Bruselas es ahora quien recoge a los refugiados ucranianos sin tasas. Ellos, que al parecer son homófobos, xenófobos y varias fobias más, en general, ultras deplorables. 

El polaco sabe sufrir y acaba venciendo. Lo suyo es la resistencia.

Sufrieron mucho pero vencieron a ambos como en 1920 vencieron al Ejército Rojo de Trotski que iba a a conquistar Europa y quedó varado en el Vístula.

No recuerdo ninguna historieta que revele con tanta exactitud lo que está ocurriendo en Ucrania. Decíamos ayer que los polacos están recibiendo de una forma extraordinaria a los pobres ucranianos que huyen de la guerra en su larga frontera común de 400 kilómetros.

La tradición de resistencia de los polacos, siempre gracias a su fe en Cristo, es increíble. Resistieron a los tártaros, resistieron a los suecos protestantes, unos cabrones de mucho cuidado, resistieron al imperio austro-húngaro, resistieron a los nazis alemanes, resistieron a los rusos soviéticos. Incluso salvaron a Viena del ataque otomano que les habría el camino hacia el corazón de Europa (ahí ayudados por la reconquista española desde el sur). Al final, a través de un tal Karol Wojtyla y de su sindicatos, muriendo que no matan, terminaron con la mayor dictadura, la del comunismo.   

Ahora vuelven a resistir: un pueblo admirable. Frente a Putin, son los únicos en Europa que dice que hay que proteger a Ucrania con las armas. Frente a los movimientos de ingeniería social del soviético Lukanshenko se planta, mientras el resto de Europa, idiotizada por el progresismo, le acusan de estar maltratando a los inmigrantes. Pero ahora acoge a los ucranianos que huyen de Putin. 

Igual que hace 75 años, igual que hace 40, es Polonia quien salva a Europa

Frente a la venenosa Bruselas, que ha cambiado la Europa cristiana y unida de Robert Schuman en instrumento del Nuevo Orden Mundial (NOM), el gobierno polaco defiende la tradición cristiana y, con ello, la libertad de los hijos de Dios, la más excelsa de todas las libertades y cuna de todos los derechos. 

Pero los polacos, que sobrevivieron al holocausto y al estalinismo, siempre están dispuestos a abrir un nuevo frente de resistencia. Esta vez contra el cisma alemán, que amenaza con corroer a la Iglesia.

Bajo el venenoso concepto de sinodalidad, los obispos alemanes se han alzado para destruir la Iglesia, no sólo alemana, sino europea y, por tanto, mundial. Francisco resiste en Roma pero los polacos vuelven a mostrar su valentía y sus obispos -quién los tuviera en España- corrigen a los alemanes y les dan catequesis, que buena falta les hace. 

Polonia, un pueblo admirable al que el tonto de González Pons se atrevió a expulsar del país de los demócratas.