
Como recogió ayer Hispanidad, el Papa León XIV inició ayer un viaje apostólico a Turquía y el Líbano, que supone el primero de carácter internacional desde que fe elegido sumo Pontífice.
Cabe recordar que antes del viaje a Turquía, se publicó un informe titulado The Persecution of Christians in Turkey ('La persecución de los cristianos en Turquía'), elaborado por el European Centre for Law and Justice (ECLJ). En ese estudio, la organización detalla la “hostilidad legal, institucional y social” hacia los cristianos turcos.
Por ejemplo, cuenta las restricciones legales y trabas administrativas a las “fundaciones comunitarias” cristianas, que gestionan iglesias, escuelas, hospitales e instituciones caritativas. Unas trabas que incluye la figura del fideicomiso “mazbut”, por la que estas fundaciones pasan a ser controladas por el Gobierno turco.
Durante el discurso que pronunció delante del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, el Santo Padre apuntó que "esta tierra está indisolublemente ligada a los orígenes del cristianismo y hoy llama a los hijos de Abraham y a toda la humanidad a una fraternidad que reconoce y aprecia las diferencias".
Añadió: "La imagen del puente sobre el estrecho de los Dardanelos, elegida como emblema de mi viaje, expresa eficazmente el papel especial de su país. Ustedes ocupan un lugar importante en el presente y en el futuro del Mediterráneo y del mundo entero, sobre todo valorizando sus diversidades internas. Antes de conectar Asia y Europa, Oriente y Occidente, ese puente une a Türkiye consigo misma, compone sus partes y la convierte, por así decirlo, desde dentro, en una encrucijada de sensibilidades, cuya homogeneización representaría un empobrecimiento. De hecho, una sociedad está viva si es plural: son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil. Hoy en día, las comunidades humanas están cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan. La imagen del puente sobre el estrecho de los Dardanelos, elegida como emblema de mi viaje, expresa eficazmente el papel especial de su país. Ustedes ocupan un lugar importante en el presente y en el futuro del Mediterráneo y del mundo entero, sobre todo valorizando sus diversidades internas. Antes de conectar Asia y Europa, Oriente y Occidente, ese puente une a Türkiye consigo misma, compone sus partes y la convierte, por así decirlo, desde dentro, en una encrucijada de sensibilidades, cuya homogeneización representaría un empobrecimiento. De hecho, una sociedad está viva si es plural: son los puentes entre sus diferentes almas los que la convierten en una sociedad civil. Hoy en día, las comunidades humanas están cada vez más polarizadas y desgarradas por posiciones extremas que las fragmentan".
"Deseo asegurarles que también los cristianos, que son y se sienten parte de la identidad turca, tan apreciada por san Juan XXIII, a quien ustedes recuerdan como el ‘Papa turco’ por la profunda amistad que siempre lo unió a su pueblo, quieren contribuir positivamente a la unidad de su país”, prosiguió el Papa.
Y añadió: "En una sociedad como la turca, donde la religión tiene un papel visible, es fundamental honrar la dignidad y la libertad de todos los hijos de Dios: hombres y mujeres, compatriotas y extranjeros, pobres y ricos. Todos somos hijos de Dios y esto tiene consecuencias personales, sociales y políticas. Quien tiene un corazón dócil a la voluntad de Dios siempre promoverá el bien común y el respeto por todos".
En resumen, un discurso valiente, sobre todo en la alusión a los creyentes como hijos de Dios. Recuerden que para el islam asegurar que el hombre es hijo de Dios es una blasfemia cristiana: para los musulmanes, Dios crea al hombre, que le ame es cosa bien distinta.










