Hace cuatro años, la progresista ciudad de Chicago elegía de manera abrumadora como alcaldesa a Lori Lightfoot, quien se convertía por aquel entonces en la primera alcaldesa lesbiana y afroamericana de la tercera ciudad más poblada de Estados Unidos.

Desde su elección, Lightfoot fue ensalzada por la progresía mediática y se convirtió rápidamente en un icono del movimiento marxista Black Lives Matter. Desde que asumió la alcaldía se dedicó a poner piedras a la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad de la ciudad. Partidaria de eliminar la financiación de la policía, en comunión con los sectores antisistema de su partido, en lugar de confrontar la grave crisis de delincuencia que asolaba la ciudad, se dedicó a luchar contra los sindicatos policiales. Así, en 2020 llegó a afirmar que "desafortunadamente, en la historia de nuestra ciudad, y creo que en la historia de otras ciudades, los sindicatos son extraordinariamente reacios a adoptar la reforma policial”.

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Lightfoot mantuvo una especial relación de animadversión con el expresidente Donald Trump, quien acusó a la regidora de dejar indefensa a la ciudad ante la violencia y el crimen desbordado que sufría tanto Chicago como las grandes ciudades del país lideradas por los demócratas. Y el tiempo le ha dado la razón al expresidente, la crisis de delincuencia y criminalidad que vive la ciudad se ha llevado por delante a la alcaldesa Lightfoot.

La cuestión no es baladí, la situación es tan grave en Chicago, que según algunos estudios, la violencia en algunos barrios de la ciudad pone a los jóvenes en mayor riesgo que el que enfrentan las tropas estadounidenses en las zonas de guerra como Irak y Afganistán.

La lamentable gestión de Lightfoot le ha valido convertirse en el primer alcalde que no resulta reelegido en la ciudad de Chicago en cuatro décadas. Y la humillación no acaba ahí, con apenas un 17% de los votos, ni siquiera ha logrado pasar a la segunda vuelta de la elección, que disputarán el próximo 4 de abril Paul Vallas, antiguo responsable escolar de Chicago, y Brandon Johnson, miembro de la Junta de Comisionados del Condado de Cook.

Su gestión como alcaldesa ha estado marcada por innumerables polémicas

Entre sus grandes “hitos” destacan haber excluido a periodistas de raza blanca en entrevistas, priorizando a reporteros de minorías étnicas.

La gestión de Lightfoot y el crimen desbocado no solo han causado el pánico entre los vecinos de la ciudad del viento, sino que han provocado un éxodo empresarial. El pasado mes de octubre, Tyson Foods, uno de los mayores grupos de alimentación de Estados Unidos, anunciaba que trasladaba su sede de social de Chicago a Springdale, en el Estado de Arkansas, a causa del clima de inseguridad que se vivía en la ciudad.

En el mismo sentido, el gigante mundial de comida rápida, McDonald’s, compañía que si bien todavía mantiene su sede en Chicago, a través de su CEO, Chris Kempczinski, advirtió meses atrás que hay "asumir los hechos y reconocer que las empresas se han ido de la ciudad durante el último año debido en parte al aumento de la delincuencia”. La alcaldesa Lightfoot no dudó en atacar a Kempczinski, afirmando que “debía informarse algo más sobre la cuestión”.

Durante la campaña, Lightfoot aumentó nuevamente la tensión, y afirmó directamente que los votantes afroamericanos debían votarle a ella por cuestión racial, indicando en el South Side de Chicago, uno de los principales enclaves afroamericanos de la ciudad, que “cualquier voto del South Side que no sea para Lightfoot, es para Chuy García o Paul Vallas”, una frase especialmente polémica dado que Vallas y García, blanco e hispano respectivamente, eran los dos únicos candidatos a la alcaldía no afroamericanos. Unas afirmaciones que le valieron la reprimenda por parte de sus propios compañeros de filas. De hecho, el candidato hispano Chuy García afirmó así: "esta es una retórica descalificadora para cualquiera que desee liderar una Chicago que sea una ciudad multirracial y multiétnica. Necesitamos unidad, no división".

Lightfoot no es el primer cargo público demócrata en ser derrotado en las urnas, como consecuencia de su laxitud ante la crisis de delincuencia que asola el país. Hace unos meses, ya contamos en Hispanidad que el fiscal de distrito de San Francisco Chesa Boudin fue destituido de su cargo por el mismo motivo.

Esperemos que el próximo alcalde recupere la ley y el orden antes de que la ciudad del viento colapse.