Los afanes expansionistas e intimidatorios de la dictadura comunista china de Xi Jinping son difícilmente "disimulables", como ocurre con sus conflictos con Taiwán o Filipinas. 

Ayer jueves, soldados chinos comenzaron una serie de maniobras militares con aviones y barcos “alrededor de la isla de Taiwán” en represalia por “los actos separatistas” tras la llegada al poder de un nuevo presidente, Lai Ching-te, que no gusta nada a Pekín.

En concreto, el Ministerio de Defensa de Taiwán explicó que había avistado un total de 49 aeronaves de guerra chinas de las cuales "35 cruzaron la línea media” (la que separa el estrecho de Taiwán, situado entre la isla y China continental).

Como respuesta, el Gobierno de la isla movilizó a sus fuerzas marítimas, aéreas y terrestres.

En la investidura de Lai Ching-te, este pidió a Pekín “cesar su intimidación política y militar”. Y añadió: “Continuaremos defendiendo los valores de la libertad y la democracia”. 

Cabe recordar que China ve como propia la isla de Taiwán, que tiene autonomía desde 1949. Por ello, el el Ministerio de Relaciones Exteriores chino respondió al presidente de Taiwán amenazadoramente: “Los feos actos de Lai Ching-te y otros que traicionan a la nación y a sus antepasados son vergonzosos”. “Todos los separatistas independentistas de Taiwán serán clavados al pilar de la vergüenza de la historia”.

Por su parte, el comandante general del mando Indopacífico de Estados Unidos, Stephen D. Sklenka, declaró que las maniobras chinas son "preocupantes".  "Esperar este (tipo de) comportamiento no significa que no debamos condenarlo. Tenemos que condenarlo, no sólo nosotros, sino también las naciones de la región".

En cualquier caso, la tensión en el mar de China sigue en aumento, con el consiguiente peligro que ello conlleva en un momento en que el mundo se haya inmerso en otras guerras también preocupantes.