La nueva administración estadounidense de Donald Trump está empeñada en combatir el narcotráfico, dentro y fuera de sus fronteras.

Y también está empeñada en presionar a la dictadura venezolana de Nicolás Maduro, a la que considera ilegítima, después del pucherazo electoral cometido por el régimen el 28 de julio de 2024. 

De hecho, la Casa Blanca ofreció una recompensa de 50 millones de dólares a quienes ofrezcan información valiosa apara captura al tirano, al que culpa de fomentar redes de narcotráfico con destino a EEUU. 

Según la Fiscalía estadounidense, "hasta la fecha, la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) ha incautado 30 toneladas de cocaína vinculadas a Maduro y sus socios y casi siete toneladas vinculadas al propio" dictador venezolano, mientras que su cartera "ha incautado más de 700 millones de dólares (casi 600 millones de euros) en activos vinculados a Maduro, incluidos dos jets privados, nueve vehículos y mucho más".

Ante esa medida tomada por la Administración Trump, el dictador venezolano Nicolás Maduro, al que le viene muy bien un enemigo exterior como supuesto elemento de cohesión interna, anunció la movilización de 4.500.000 de integrantes de la Milicia Nacional Bolivariana: «Esta semana voy a activar un plan especial para garantizar la cobertura con más de 4,5 millones de milicianos de todo el territorio nacional, milicias preparadas, activadas y armadas». 

Y este es contexto del despliegue de tres buques de guerra en aguas cercanas a Venezuela, anunciado ayer martes 19 de agosto por la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt: «Trump dijo que está preparado para usar cada elemento del poderío estadounidense para frenar la entrada de drogas a nuestro país, y llevar a los que son responsables de ello ante la Justicia. El régimen de Maduro no es un Gobierno legítimo; es un cártel del terrorismo. Maduro no es un presidente legítimo; es un fugitivo señalado por la Justicia de Estados Unidos por tráfico de drogas». 

La dictadura chavista respondió diciendo que las "amenazas" de EEUU revelan su "falta de credibilidad" y ponen en riesgo la "paz y estabilidad" de toda la región.

En España, el presidente de Vox, Santiago Abascal, lo tiene muy claro: