Es muy probable que conozcan el viejo chiste castellano:

-María, digo que hace 30 años que nos casamos: podrían matar al pollo.

-¡Anda, y qué culpa tiene el pollo!

Pues eso: ¿qué culpa tiene SM Felipe VI de Borbón y Grecia de los Koldo, Ábalos y Cerdán? Sólo haberles permitido medrar, por miedo a perder la corona, a la sombra de Sánchez.

Pues en Moncloa ocurre algo parecido al chiste del pollo. Para salir de la encrucijada en el que se encuentran, que empieza a sonar a terminal, los medios monclovitas, que son muchos, aseguran que los aliados de Sánchez -recuerden, Sánchez ha gobernado siempre en alianza con los orcos de Mordor, de las más diversas tribus- le piden medidas ejemplares para tapar el caso Santos Cerdán que, definitivamente, ha devuelto al Sanchismo a lo que siempre fue el PSOE: un nido de corrupción institucionalizada, tanto pecuniaria como, lo que es peor, ideológica.

La verdad es que los tales socios lo único que pretenden es aprovechar la debilidad de Sánchez para extraerle más poder, pero eso poco importa ahora.

En breve, Sánchez lanzará la nueva frontera del Sanchismo: los valores republicanos, Tranquilos: le han quitado el aguijón y ya no puede plantearse la III República en serio porque el personal no tiene, y perdón por la expresión, "el coño pa ruidos".

Ahora bien, para reaccionar ante la avalancha que se le ha venido encima, donde el personal confunde a Begoña Gómez con David Sánchez, con Koldo, con Leire... Sánchez necesita desviar la atención hacia, mismamente, los valores republicanos y, probablemente, los palestinos, que nada tienen que ver con Koldo, creo, pero que siempre son bienvenidos a la fiesta progre.

Verán el porqué. Paseaba servidor, el pasado sábado 14, por las calles de Madrid cuando escucho un retazo de la siguiente conversación mantenida por unos jóvenes en una terraza:

-Estos tíos son unos puteros.

Prueba inequívoca de que a Sánchez le ha ocurrido lo más grave que le podía ocurrir: la entrada en escena de 'las Jesicas', el factor que ha popularizado sus vergüenzas.

Y es que hasta una mordida, la forma más simple de corrupción económica, puede resultar difícil de entender, dado que la corrupción es tan simple como complicada, tan prosaica como enrevesada.

Ahora bien, lo de Koldo ofreciendo a Ábalos elegir entre Jesica, Andrea, Claudia y Nicole, eso se entiende tan bien que el pueblo ya le ha otorgado al PSOE la condición de la que todo partido debe huir: estos tíos son tan vulgares que no merecen el menor respeto.

Jesica, Andrea, Claudia, Nicole y la colombiana (¿o la así llamada era una de las cuatro?) restan cualquier atisbo de seriedad al PSOE de Sánchez, al tiempo que muestran el grandísimo fraude feminista, esa ideología empecinadamente idiota, que ha constituido la marca de fábrica del Sanchismo. Y es que la liberación feminista acaba siempre en prostitución femenina o, si lo quieren más llevadero, en cosificación de la mujer.

Lógico, porque el primer respeto debido a la mujer es considerarla como lo que es: un espíritu, antes que un cuerpo.

Total, que ante una situación tan lamentable, Pedro Sánchez, el mago del despiste, busca desesperadamente una idea que le permita retomar lo que los horteras llaman iniciativa política, es decir, que le permita recuperar algo de su prestigio, ese prestigio sin el que un político no es nada, tanto a nivel nacional como internacional. Por eso ha resucitado en Moncloa la III República.

¿Y que culpa tiene el pollo, en este caso Felipe VI? En este caso ninguna, simplemente que un monarca es, antes que nada, alguien que puede ser derrocado y cuyo derrocamiento siempre atrae el interés popular.

La III República es la nueva frontera que necesita Sánchez. Entiéndase: don Pedro no es tonto. Sabe perfectamente que un jefe del Estado precisa una sola cosa: honorabilidad... y él la ha perdido incluso ante sus más entusiastas seguidores.

Entiéndase, Sánchez ya no aspira, como aspiró, a ser él el futuro jefe de Estado de III República.

Ni siquiera pretende, insisto, lanzar la III República en serio, como pretendió en su momento, porque, a estas alturas del siglo XXI ya no sería aceptable ni para el republicano Emmanuel Macron, especialista en convertir de las disputas ajenas en glorias propias. Para Macron y para toda Europa, Sánchez ya es un cadáver insepulto.

Ahora bien, con la III República se puede salvar el verano -hasta la UCO tiene que descansar-, con una alusión a los valores republicanos podría bastar. Además, nadie sabe lo que son los valores republicanos pero suenan progresistas y por eso mismo resultan interesantes como maniobra de distracción.

Además, Feijóo, aunque se las pongan como a Fernando VII, sigue aburriendo mucho. Últimamente, alguna de mis fuentes socialistas ya ni sueñan con alabar a Sánchez, simplemente les escucho la misma impresión: ¿es que queréis ver a Feijóo en La Moncloa?