Mucho más grave que la 'mondanga' del 'Sí es sí', es que el Senado aprobó el miércoles 8 la Ley de Aborto... que incluye prohibiciones contra los protocolos antiabortistas. En definitiva, prohibir medidas como la de que la madre oiga el latido del corazón de su hijo antes de abortar o que contemple a su hijo en una ecografía de alta resolución.

En definitiva, la política española se encanalla. Sus honorables señorías han decidido que el aborto no se vea. Dicen que es un derecho, pero quieren que sea un derecho clandestino. ¿Para qué? Pues para mantener el gran embuste de los abortistas, que podríamos resumir así: si una madre ve a su hijo, u oye el latir de su corazón no le mata ni de coña.

El problema del feminismo es muy sencillo: no cree en el amor

La ley de aborto es más grave que la Ley de Libertad Sexual o Sólo el sí es sí. Esta no es más que una coña marinera que ha entronizado el embuste del consentimiento, la línea roja en la que insiste la ministra Irene Montero con un dramatismo que sería cómico si no resultara trágico. Mire usted, señora, desde que el mundo es mundo no ha habido ley ni norma social que haya defendido que la mujer tenga que tener relaciones sexuales sin consentimiento. El débito conyugal del matrimonio cristiano es algo sensato: significa que la mujer es propiedad del marido y el marido es propiedad de la esposa -sumisión recíproca- pero ambos deben actuar bajo la ley suprema de amor, que es donación... ergo no se obliga al cónyuge a tener relaciones sexuales si no se encuentra en disposición de tenerlas.

El problema del feminismo es muy sencillo: no cree en el amor.

Pero tampoco ninguna ley civil ha fomentado el libre consentimiento jamás ni, atención, en ninguna norma -bueno sí, en la norma feministas de violencia de género- se osa insinuar que basta el testimonio del acusador para condenar al acusado sin prueba alguna. ¿"Calvario probatorio", como asegura don Gabriel Rufián? Sí, a ese calvario es a lo que siempre hemos llamado justicia. En otras palabras, lo del consentimiento de Irene Montero es una sinsorgada... porque nadie lo ha puesto en solfa, jamás.

¿"Calvario probatorio" de la víctima de una violación? Sí, a ese calvario es a lo que siempre hemos llamado justicia. ¿Cómo vamos a condenar a un acusado sin pruebas?

Y respecto a las leyes del aborto o la del Sólo el sí es sí -más grave la primera que la segunda, aunque sea la segunda la que provoca más controversia pública- no vale mirar hacia otro lado, aunque lo tuyo sea la economía, o la ciencia, o el periodismo.

Los españoles se preguntan si Irene Montero es más tonta que mala o más mala que tonta, y la mayoría de los que se plantean esta cuestión acaban concluyendo que es suma de ambas condiciones en grado superlativo y con un entusiasmo difícilmente comparable, sin duda, histórico, que es el adjetivo de moda en la política española encanallada. Lo importante en todo esto, no es que Sánchez eluda sus responsabilidad en estas leyes: como si la elusión de responsabilidad del presidente del Gobierno fuera noticia.