Cada vez que miente, perdón, que cambia de opinión, la técnica del señor presidente en funciones, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, sigue las siguientes etapas: primero niega la verdad, en segundo lugar la ignora, se niega a hablar de ello por mucho que se le cuestione. Finalmente, tras una campaña de intensa publicidad políticamente correcta, ejecutada por el más sofisticado aparato de propaganda de toda la democracia española, el de la actual Moncloa y sus dos lobbies satélite, de editores televisivos y de periodistas afines, asegura que 'donde dije digo, digo diego'. 

Pero, ojo, mi cambio de opinión, o sea, cuando miento como un bellaco, lo ejecuto como un penoso deber, en búsqueda de la necesaria concordia entre los españoles, haciendo de la necesidad virtud y para evitar que la ultraderecha llegue al poder.

Y este nuevo capítulo del paripé de la investidura de Sanchez, pactada ya con los separatistas catalanes y vascos desde la misma noche electoral del 23 de julio, terminó el sábado 28 de octubre, cuando, ante un enfervorizado y vencido Comité Federal, repleto de estómagos agradecidos, Sánchez anunció lo que todos ya sabíamos: que decretará una amnistía para Carlitos Puigdemont y compañía... para conseguir la concordia entre españoles, naturalmente.

Pero la mentira tiene las patas cortas y Sánchez volvió a cometer un error: aseguró que esa amnistía se hará dentro del marco constitucional. La verdad es que no cabe ni con el mejor calzador pero se le puede hacer caber... si se controla el Tribunal Constitucional con el amigo Cándido Conde-Pumpido en la Presidencia del mismo. En ese caso, ya lo creo que la amnistía cabe en la Constitución. Si cabe el crimen más cobarde de todos, el del más inocente e indefenso de todos los seres humanos, el del concebido y no nacido, ¿cómo no va a caber un delito menor como es el golpe de Estado separatista?  

Y así fue como el secretario general del PSOE, ante el Comité Federal del partido, lleno de estómagos agradecidos, perpetró el pasado sábado 28, no el perdón contra delincuentes -eso ya lo firmó con sus indultos- sino algo peor: dirá que no cometieron delito alguno -total, una mera declaración de independencia sin importancia- y que, además, la que pecó fue España contra los indepes catalanes y no éstos contra aquella. 

Queda en ridículo la Constitución de 1978 y quedan en ridículo los jueces que la aplicaron, mientras el delincuente es enaltecido. O sea, Estado de Derecho, que le dicen. 

Ahora bien, no se confundan, esto no tiene nada que ver con lo que piensa la mayoría de los españoles. Para entendernos, 'Juan Español' no está contra la amnistía porque sea inconstitucional sino porque es injusta, que no es lo mismo. Porque el mismo argumento que emplea Sánchez para rendir pleitesía a Puchi y que Junts vote a favor de que Sánchez permanezca en el poder cuatro años más puede aplicarse a cualquier tipo de delito. ¿por qué no perdonamos a los asesinos presos o huídos en pro de la concordia entre los españoles?

'Juan Español' también está en contra de la amnistía de Sánchez porque los beneficiados no muestran arrepentimiento alguno. Señores: el perdón es para el que lo pide. Para quien se enorgullece del mal, le perdón de la víctima no sirve para nada. Y en cualquier caso, recuerden: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón y el arrepentimiento, sin que el verdugo lo solicite, no sirve para mucho. 

En esto radica la gran injusticia de Pedro Sánchez... y el empecinamiento doloso de Puchi y compañía... y la humillación de España, esa que importa un pimiento a Sánchez con tal de dormir un día más en Moncloa... o muchos meses.