Al menos, Planas quiere producir más alimentos, no está dispuesto a automutilarse. Siempre he dicho que es uno de los ministros más potables del Gobierno Sánchez
Consejo de ministros del martes 8 de febrero. Este gobierno cada día se parece más al viejo anuncio de detergente: busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo. Ejemplo, la ministra portavoz Isabel Rodríguez nos explica que este Ejecutivo está modernizando España. Punto y final.
De entrada, Sánchez ha descubierto las subvención con perspectiva de género para el cine. Unos milloncejos de euros para promocionar el cine pero, eso sí, si se trata de mujeres directoras. Hombres directores, ni de broma. Eso es machismo.
Y ya entrados en autoalabanza, presume Isabel Rodríguez de 20 millones de afiliados al a Seguridad Social justo cuando al OCDE anuncia que el paro cerró en el 5,4 mientras España lidera la triste tabla clasificatoria con un 13%.
20 millones de euros para hacer películas. El 40% tienen que ir a largometrajes dirigidos por mujeres.
Más subvenciones, esta vez para la ciencia pero, ojo, también con perspectiva de género: ¿cómo vas a subvencionar a un varón cuando puedes subvencionar a una mujer?
Nos informa Rodríguez que otra inefable del momento, la vicepresidente Teresa Ribera, ha hecho un informe al Consejo de Ministros sobre despoblación. Nada menos que 130 medidas y con un elevado grado de cumplimiento porque ese Gobierno cumple. No sabemos cuáles son esas medidas, por tanto, no sabemos si se está repoblando España. Me temo que no. Pero lo que sí nos queda claro es que el Gobierno lo está haciendo de madre, está que se sale. No sabemos en qué consiste pero sabemos que está muy avanzado.
El ministro de Agricultura, Luis Planas presenta el plan estratégico de recuperación y transformación del sector agroalimentario. Eso está muy bien y falta hace porque, como recuerda Planas, hablamos del 10% del PIB, 1 millón de explotaciones, 8.800 buques pesqueros, 30.000 industrias alimentarias...
2 millones de personas que alimentan a 47 millones de españoles. Ahora bien, mientras canta las excelencias de su plan resulta que el agricultor, objeto de sus desvelos, está en pié de guerra.
La sequía es cambio climático, dice Planas, supongo que a guisa de justificación. Lo dice el que parecía uno de los ministros más sensatos del Ejecutivo. Al parecer, las sequías nacieron ayer, constituyen una novedad.
Eso sí, al menos, Planas quiere producir más alimentos, no está dispuesto a automutilarse. Siempre he dicho que es uno de los ministros más potables del Gobierno Sánchez.
Y por cierto, no habrá reducción de impuestos a la gasóleo, Teresa Ribera, talibana ecologista, no lo permite. Es la principal reivindicación de agricultores y ganaderos.
Y una toba a Alberto Garzón que le tiene harto: "España está a la cabeza del mundo en seguridad alimentaria".
Moncloa descubre las subvenciones públicas con perspectiva de género
Y llegamos al turno de preguntas:
La pederastia clerical representa el 0,2% de la pederastia total. ¿Era realmente necesario montar un mecanismo político para un 0,2%?
Naturalmente, Rodríguez no responden a la pregunta y se va por los cerros de Úbeda. Ellos sólo quieren reparar a las víctimas (¿con una Comisión?) y al final, acude al Papa Francisco, del que dice ha pedido perdón por la pederastia. Eso sí, esperemos que no acabe como la corresponsal de RTVE, dando la vuelta a las palabras de Ratzinger en un ejercicio de funambulismo semántico, nunca antes logrado. No, simplemente, Isabel Rodríguez, para justificar el vodevil creado para investigar a la Iglesia suelta que hasta el Papa Francisco ha pedido perdón y que, por supuesto, la Iglesia saldrá muy "fortalecida" del juicio parlamentario que más que juez será verdugo de la Iglesia católica.
Y el defensor del pueblo, el excura Ángel Gabilondo "da respuesta al rigor con el que debe afrontarse esta cuestión". ¡Toma ya!
Y lo más importante. El Gobierno ni se plantea bajar las cuotas sociales para subir el salario mínimo. Eso, mientras Antonio Garamendi, presidente de la patronal CEOE, se hunde en el ridículo. Dos horas después de que Isabel Rodríguez terminara sus parlamento, Garamendi decidía no apoyar la subida del salario mínimo. Es decir, primero se traga la reforma laboral y ahora se niega a subir el SMI 36 euros. Y el Gobierno, del diálogo naturalmente, ni se planeta reducir las cuotas sociales, el principal enemigo de la creación de empleo.