Sr. Director:
Uno de los sofismas más eficaces de la dialéctica utilizada por el progresismo para introducir o mantener ideas y doctrinas que en cada momento convengan a sus sesgados intereses, es la manipulación del principio de las minorías y mayorías. Y por eso, cuando se trata de introducir en sociedades de valores cristianos, ideas y propuestas minoritarias que suponen un choque frontal contra esos valores, lo primero que hacen es invocar el sacrosanto respeto a las minorías que opinan diferente, alegando que los debates sobre sus propuestas han de quedar abiertos y sometidos a continua revisión, porque ello es signo de una democracia en progresión y de sociedades libres de prejuicios.
El debate sobre dichas propuestas minoritarias quedará pues abierto hasta... Hasta que machaconamente logran que se aprueben, aunque sólo fuere por la mitad más uno de los ciudadanos, momento en el que darán por cerrado el debate sentenciando solemnemente que la mayoría del pueblo ya ha se ha pronunciado y que sólo ésta es la legitimada para aprobar y reformar las propuestas que afectan a todos. Al mismo tiempo proclamarán que las propuestas aprobadas suponen una nueva conquista progresista, menospreciando a quienes se propongan reformarlas en el futuro; pues eso sería plantear debates ya superados y contrarios al progreso. Un sofisma, camelo, engaño, falacia, argucia o timo que les funciona de maravilla. Sobre todo, por el cansancio, rendición y abandono de sus oponentes.









