El problema de Irene Montero, Yolanda Díaz o Ione Belarra no es que sean tontas -sólo iletradas- el problema es que tienen muy mala leche. Y la ventaja es que su mala uva hace que se les entienda todo. Así, en cuando se ha sabido que el PSOE para su rutilante Congreso del octubre, a mayor gloria de Pedro Sánchez, quería romper los acuerdos con la España con la Santa Sede, la ministra de Asuntos Sociales Ione Belarra ha dicho que ya era hora, que animaba al PSOE a hacerlo porque eso nos permitiría acabar de un vez por toda con el Corcordato y “sacar la religión de las escuelas públicas de nuestro país”. Es decir cargarse le derecho de los padres a educar a sus hijos como crean conveniente. O sea, que se trataba de eso.

Pero la pelota está en Ferraz. Primero, suprimir los acuerdos con el Vaticano es lo mismo que suprimir los acuerdo con Arabia Saudí, otro Estado teocrático, o con Cuba, que es un Estado muy democrático.

A continuación, el aparato de propaganda sanchista soltó aquello de que, a fin de cuentas, el Concordato es anterior a la Constitución. Es la misma razón por la que todo lo que sea anterior a la Constitución, incluidos los mapas o la Alhambra de Granada, debe ser abrogado. Eso por no hablarle de todos aquellos que nacieron antes de la Constitución. Nos ahorraríamos un montón de pensiones.

Y a todo esto, para qué les sirve el PSOE lanzar esa amenaza cuando sabe que no va a poder cumplirla. En primer lugar porque, a pesar de los pesares, el 60% de los españoles se confiesa católico. En segundo lugar, porque alguna relación tendrán que tener dos Estados soberanos.    

Pero conste que sólo es por eso: por molestar.