Va ya, para casi dos años, exactamente el 9 del 11 del 2019, que publiqué un romance en este mismo periódico que por su actualidad vuelvo a publicar habiéndole añadido unos versos nuevos

 

El que advierte no es traidor,
Y por ello constatar quiero,
que en estas elecciones,
y con exiguo respaldo,
se nos ha colado sin verlo,
actuando con descaro,
un candidato a tirano.
Y así con sonrisa sardónica
pregunta: ¿quien nombra
al fiscal general del Estado?
Y ante la respuesta evidente,
da a entender sin palabras,
quien es el que manda,
y  quien es el que obedece.
Y así quiere demostrar,
que tanto en el legislativo,
con diputados obedientes,
como en el poder judicial,
es el ejecutivo que él preside,
en funciones de interinidad,
quién en el cotarro manda ya.
Y si ahora así se comporta,
y mayor poder alcanza,
¡de nosotros, qué será!
Ahora sí, perseguirá
a quien señale como franquista,
como si de la caridad, hermanitas,
hubieran sido los socialistas
en la Republica segunda.
Quien ampara a separatistas.
Quien no guarda la nación.
Quien traumatizado vive
por falta de formación,
y la soberbia le domina,
y la vanidad le anima;
es aspirante notorio,
a imponer la tiranía,
en la indefensa Nación.
¡Y el que advierte no es traidor!

 

El tiempo ya pasó.
Y como la advertencia no fue atendida,
y ni el legislativo, ni el judicial,
ni la Corona, le llamó la atención;
ni se ha sabido, o querido,
a su incompetencia, a sus mentiras,
al abuso del poder que ha ejercido,
ponerle coto, con su dimisión;
lo tenemos ya instalado,
en su sillón de Tirano.
Y desde allí decretará leyes,
que siendo inconstitucionales:
¿El congreso avalará?
¿El Tribunal Constitucional
en un cajón por años
los recursos contra ellas, guardará?
¿Y la Corona las signará?
¡ Qué tormento, qué dolor,!
¿El pueblo, la nación, reaccionará?
Solo nos queda un grito de libertad:
¡Que al Tirano se le aplique el 102!