A Felipe VI, Rey

 

Agridulce quedó el sentir
de mi alma, cuando quien
defenderme debía y podía,
no sólo a mí, sino a muchos.
Y no hizo, lo que jurado había.
 
No se defiende, cuando entrega
por pusilanimidad y desidia,
a quién destruir quiere,
lo que defender debería.
 
Como confiar, que cuando llegue
la hora de la verdadera prueba,
va a defender, aunque su vida diera,
no firmando lo que prohibido tiene;
lo que no defendió, en la prueba pequeña.