Amanece en la alborada,
y el nuevo día de luz brilla.
 
Abro despacio los ojos,
y te veo en el cuadro,
desde donde tú me miras.
 
Con esa mirada dulce,
con la que todas las madres,
a sus hijos, miran cada día.
 
Y recuerdo tus afanes,
tus renuncias, tu sonrisa.
 
Recortar tus gustos con alegría,
dar ese amor a los tuyos,
con sacrificios minúsculos.
 
Mas valiosos por continuos,
que eran de tu corazón, latidos.
 
Alfombrando con ellos,
la felicidad de tus hijos,
sus días.