El general Queipo de Llano nunca fue santo de mi devoción pero me sorprende esta obsesión de Pedro Sánchez por pisarle el rabo al león después de muerto. En La vieja Castilla se decía aquello de "a moro muerto, gran lanzada", para definir a los cobardes fanfarrones que sólo osaban a enfrentarse al musulmán cuando yacía muerto.

El ministro Félix Bolaños, Felixón, uno de nuestros peores ciudadanos, está perpetrando una profanación sistemática de cementerios, cebándose con personajes muertos hace décadas. Lo hace con nocturnidad y alevosía, ante la inacción de una jerarquía eclesiástica española que debería plantarse y no permitir que se profanen iglesias sobre las que sólo la Iglesia tiene jurisdicción, según el concordato Iglesia-Estado. 

Dejad que los muertos descansen en paz: "ni murmuraron del grande ni ofendieron al pequeño"

Esto es la venganza los cobardes y si algo comparten Pedro Sánchez y Félix Bolaños es eso: su cobardía. Primero el cadáver de Franco, muerto en 1975, luego Queipo de Llano, muerto en 1951. Ahora se prepara la de un personaje que me cae mucho más simpático, el hombre de la resistencia en el Alcázar de Toledo, coronel Moscardó, cuyo obituario data de 1956. En Toledo, la furia roja de los milicianos socialistas y comunistas provocó un reguero de sangre en laa calles. Moscardó, con una valentía encomiable aguantó la acometida de una fuerza muy superior en número: los ancestros del actual Gobierno. Felixón que hubiese temblado ante Moscardó, se cebará ahora con sus huesos.

Y luego está la mentira, claro está, porque la democrática II República fue mucho más sanguinaria y sectaria que el autocrático Franquismo y ahora mister Bolaños pretende rehacer la historia.

Y esto, hasta sería comprensible, pero, hombre, a costa de profanar tumbas...  

Dejad que los muertos descansen en paz. Como recordaba López de Vega: "ni murmuraron del grande ni ofendieron al pequeño, nunca, como yo, buscaron parabién, ni pascua dieron".