Llevamos meses escuchando a Pedro Sánchez, Nadia Calviño y compañía que los fondos europeos marcan un antes y un después en la economía española. La ahora número dos del Gobierno Nadie Calviño, exhibe un sonrisa beatífica -un tanto forzada, la verdad- cuando nos cuenta la lluvia de millones que nos van a venir encima. Ya no viene Mister Marsahll, sino nuestra querida amiga –es un decir- Ursula Von der Leyen, que no tiene nada que ver con la bruja del mar salvo cuando le da por perseguir a Polonia y Hungría.

Mejor no entrar en si es mucho o poco dinero, son 72.000 millones de euros, que recibiremos en mayor porcentaje de la cuota que aportamos. Por tanto, ¡viva el lujo y quien lo trujo!

Ahora bien, el asunto es en qué va a emplear ese dinero el Gobierno Sánchez. Y mucho me temo que lo va a utilizar en subvenciones y no en industrialización.

Es más, cuando habla de inversión, el plan de recuperación -y resiliencia, no lo olvidemos- emplea conceptos como sostenibilidad y digitalización. Bueno y luego la economía feminista e inclusiva, que es como la diplomacia feminista. No tengo ni idea de en qué consiste.

Para entendernos: digitalizar no es ni bueno ni malo, lo bueno es ‘patentar’ la digitalización.

Industrializar es producir, pero también crear y patentar. Eso, Sánchez y Calviño ni se lo plantean

Con la economía verde ocurre lo mismo. Ejemplo, VW pide fondos para abrir una fábrica de baterías para coches eléctrico en España. Ahora bien, de esta forma la patente siempre será germana y cuando vengan mal dadas Volkswagen se marchará corriendo.

Esto es, los fondos europeos deberían haberse empleado en poner en marcha la mayor fábrica de baterías del mundo, empresa pública, si fuera preciso, en Ciudad Real, o en Zamora y de paso, adosarle una fábrica de coches eléctricos diseñados por españoles, con baterías españolas y patentes españolas.

Porque la economía sostenible o la digitalización no son nada. Lo que significa algo es saber crear placas

Y lo mismo ocurre con la digitalización: lo importante no es manosear el móvil sino saber hacer móviles, y redes. Y un Google en castellano. Lo importante son las patentes tecnológicas.

Si no, seguirán inventando ellos y seguiremos consumiendo nosotros, empleados en oficios malpagados y con altas tasas de paro. Y cuando menos lo esperemos nos quedaremos como Pepe Isbert observando cómo pasa, raudo y veloz, el coche de Lady Leyen. Los alemanes, a ver si nos convencemos, sólo nos quieren a los españoles como cuota de mercado.

Si el dinero va a emplearse en subvencionar el coche eléctrico y la vivienda sostenible, entonces seguiremos dependiendo de los de fuera y quedándonos con los trabajos de mayor valor añadido, O sea, de menos valor y peor salario.

Ni Calviño ni Sánchez no tiene ni idea de lo que es reindustrializar España y encima hablan de renovación secular. ¡Anda si se trata del presidente y de la vicepresidenta primera!

Los fondos europeos no van a reindustrializar a España, sino a subvencionarla. Y yo no quiero una España subvencionada: quiero una España independiente, creativa, laboriosa.