De este repugnante vídeo que ha puesto en circulación Javier Negre podemos sacar varia conclusiones.

La primera es que los inmigrantes musulmanes o afrodescendientes, acogidos y alimentados con los impuestos de los españoles, se comportan con una impunidad y una desvergüenza increíble en nuestras calles, mientras el socio-podemismo, no sólo mira hacia otro lado, sino que se obsesiona contra el heterosexual español de raza blanca, culpable de todos los males y, sobre todo, de racismo, machismo y un montón de delitos más.  

Es verdad que, en España el varón vive a la defensiva, para no ser calificado como racista, machista y/o detenido y encarcelado por ‘delito de odio’, pero hay un detalle del vídeo especialmente sangrante: contemplen cómo los dos hombres mayores, -sí son mayores pero eso no es excusa- que contemplan cómo el negro intenta violar a la chica, quien se resiste a la violación, no mueven un dedo para ayudarle. Incluso uno de ellos se marcha, no vaya a comprometerse. La pregunta es: ¿Nos hemos convertido los españoles en un pueblo de cobardes cuando se trata de defender a la mujer?

Sí, los discursos de Marlaska o de Victoria Rosell en defensa del inmigrante revelan que el feminismo, así como el lobby LGTB, no defienden a la mujer sino que atacan al varón. Ahora bien, eso en ningún caso justifica la obligación de acudir en defensa de cualquier mujer agredida por cualquier varón, de la raza que sea. Debemos arriesgarnos frente al violador y debemos arriesgarnos frente a la ley, pero no hay excusa para no defender a una mujer agredida.

Entre otras cosas, porque, se lo aseguro, ni el jefe de la policía, Grande-Marlaska, perdido es su delirio ideológico, de profesión su hipocresía, ni la feminista Irene Montero, de profesión sus barbaridades, van a defender a la mujer. Para las feministas, la mujer solo es un instrumento para medrar en política.

El negro del vídeo debería haber recibido un par de buenas bofetadas que le impidieran violar a la chica. Tranquilos: no sería un acto de odio (aunque pudiera ser delito de odio, ese es el riesgo), sería una santa, santísima bofetada.