Mucho más grave que una ley para cambiar de sexo o para decir que has cambiado de sexo, es la imposición de un cuadro de sanciones para aquellos que se atrevan simplemente a discrepar de la transexualidad. Es decir, cualquiera que se atreva a decir, algo tan sencillo como esto: nadie nos ha pedido permiso para nacer, ni para nacer hombre o mujer, ni para nacer blanco o negro, ni rico ni pobre, ni alto ni bajo, ni listo ni tonto, ni español ni chino. 

Por ejemplo, se consideran faltas graves las terapias de conversión, que no sé por qué las llaman terapias. Es decir, es grave animar a alguien a volver a la heterosexualidad. 

Y todo esto acaba en que la legislación de este gobierno socio-podemita es triste, quirúrgica. ¿Saben ustedes lo costoso que es cambiarse de sexo? A este Ejecutivo, al de Pedro Sánchez, ya solo le falta una ley seca. Prohibir y fastidiar, con leyes que, además, pueden destrozar a los incautos.

La legislación de este gobierno socio-podemita es triste, quirúrgica. Ya solo le falta una ley seca

Lo peor de todo es que Irene Montero actúa como si se creyese Dios. El sexo forma parte la creación y cualquier intento de forzar la naturaleza que nos ha sido dada, es decir, ponerse en el papel del creador, sólo puede traer complicaciones.