Las mentiras lanzadas contra Franco están provocando entre los historiadores el mismo efecto que el malquerer de los futuros suegros contra la novia de un hijo. Me explico.

—Pero… ¿Cómo has conseguido que tu hijo se emancipe?

Esa fue la pregunta que un conocido mío le hizo a un amigo suyo, porque después de tanto tiempo de escuchar sus quejas y lamentos porque el niño “no se despegaba de casa ni con agua caliente”, ese día le comunicó que el pajarito había volado del nido. Y a su pregunta le reveló la fórmula mágica.

—Pues mira, lo hemos hecho entre mi mujer y yo sin darnos cuenta. Como sabes, el niño tiene una novia que ni a mi mujer ni a mí nos gusta un pelo. Nos callamos lo que pensábamos de ella durante un par de años, hasta que hace unos tres meses estallamos… Y mi mujer y yo al grito de “A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo”, pusimos a Julieta como no digan dueñas, ante lo que Romeo reaccionó con esta sentencia:

—Sois injustos, lo que decís de ella es mentira, así que me voy a un apartamento y antes del verano nos casamos.

En efecto, las dimensiones del grosor y de la grosería de las mentiras lanzadas contra Franco es directamente proporcional al impulso que los historiadores sentimos para acudir a los archivos con el fin de averiguar la verdad.

El insensato de Zapatero no sabe lo que ha hecho con lo de la ley de memoria histórica, un remedo de ley que el asalta-doctorados de Pedro Sánchez ha convertido en “memoria democrática”. Eso es lo que les pasa a los que hacen trampas para aprobar la asignatura, que copian para endilgar un aprobado a su expediente, pero no se saben ni la asignatura, ni nada de provecho.

Por su parte, el historiador honrado se niega a bañarse en las aguas de la mentira y la propaganda política, porque prefiere la tranquilidad de conciencia que proporciona la búsqueda de la verdad al sobeteo de las palmadas sebosas en la espalda, con las que el poder compra a los serviles.

'Los números de Franco. Sociedad, economía, cultura y religión': con estos cuatro capítulos queremos salir al paso de las mentiras que cuentan contra Franco y contra la generación de nuestros padres y abuelos

Todavía quedan profesores e historiadores rigurosos y honrados en la Universidad española. Yo he convocado a seis de ellos, que han aceptado que les coordine para publicar este libro que acaba de salir, titulado Los números de Franco. Sociedad, economía, cultura y religión.

Con estos cuatro capítulos queremos salir al paso de las mentiras que cuentan contra Franco y contra la generación de nuestros padres y abuelos, españoles trabajadores y ejemplares que estuvieron más atentos a reconstruir España que a crear odios partidistas. Porque toda esa generación que nos ha precedido es a la que agreden cuando escupen sus mentiras contra lo que llaman el franquismo. Por eso todos los autores de este libro creemos que como hijos de esa generación tenemos la obligación de limpiar de salivazos su buen nombre. Y como intelectuales hemos escrito este libro también porque la verdad nos parece más interesante que la ficción.

No puedo ser juez y parte, por eso mismo no es de recibo que ahora empiece a derramar elogios sobre este libro; pero para que conozcan el volumen, me limitaré a presentarles a los autores, transcribiendo literalmente alguno de sus párrafos, sin hacer comentario alguno.

El insensato de Zapatero no sabe lo que ha hecho con lo de la ley de memoria histórica, un remedo de ley que este asalta-doctorados de Pedro Sánchez ha convertido en “memoria democrática”. Eso es lo que les pasa a los que hacen trampas para aprobar la asignatura, que copian para endilgar un aprobado a su expediente, pero no se saben ni la asignatura, ni nada de provecho

El capítulo dedicado a la sociedad lo han escrito dos catedráticos de la Universidad de Valladolid, Ricardo Martín de la Guardosa y Guillermo Á. Pérez Sánchez, junto al profesor Lucas Molina Franco. En las páginas 49 y 50 escriben los siguiente: “La consolidación del proceso de urbanización generó una gran demanda de viviendas en España lo cual impulsó al Ministerio de la Vivienda a diseñar un gran proyecto de ampliación y mejora del parque. El proyecto se convirtió en realidad cuando el Gobierno aprobó y puso en marcha el II Plan Nacional de la Vivienda a principios de la década de los sesenta: entre 1961 y 1975 se llevó a cabo la construcción de aproximadamente cuatro millones de viviendas, cantidad mínima imprescindible para conjugar el déficit de pisos de partida (un millón), absorber el crecimiento vegetativo estimado de la población (1,5 millones), asumir el empuje de las migraciones internas (250.000) y hacer frente a la ineludible reposición de viviendas antiguas (900.000)”.

El capítulo de economía lo escribe el profesor de la Universidad CEU-San Pablo, José Luis Orella, que da los nombres de parte del equipo que hizo el Plan de Estabilización. Esto es lo que dice: “Para poder llevarlo a cabo, se necesitaba la participación del ministro de Comercio, Alberto Ullastres, favorable a la operación, y que contó con un equipo de economistas de absoluta confianza en su consejo asesor. El Secretario general técnico del ministerio, Manuel Varela Parache; el jefe de los Servicios de Estudios del Ministerio y director de la revista Información Comercial Española, Enrique Fuentes Quintana; y como vocales, los economistas Luis Ángel Rojo, Ramón Tamames y José Luis Ugarte. También se sumaron a aquel consejo, Joan Sardá Dexeus, jefe de los Servicios de Estudios del Banco de España y su amigo, Fabián Estapé, catedrático de Economía Política y Hacienda Pública de la Universidad de Zaragoza”.

Cuando el documento se otorgue en territorio español en el que se hable lengua o dialecto peculiar del mismo y todos o alguno de los otorgantes sean naturales de aquel territorio sometidos a su derecho foral, el notario, siempre que entienda suficientemente el idioma o dialecto de la región, a solicitud del interesado, redactará el instrumento público en idioma español y en la lengua o dialecto a doble columna"

Del capítulo de la cultura se encarga el otro catedrático de Historia Contemporánea de Alcalá, el profesor Antonio Manuel Moral Roncal. Son muchos y variados los temas de los que se ocupa: cine, novela, poesía, red de bibliotecas, arquitectura, investigación científica… Y cuando se refiera a las lenguas de España escribe lo siguiente: “A modo de ejemplo, cabe recordar que el artículo 149 del reglamento de la organización y régimen del notariado, aprobado por decreto de 2 de junio de 1944 (BOE del mismo año, nº 189, página 5.244) señalaba que: "Cuando el documento se otorgue en territorio español en el que se hable lengua o dialecto peculiar del mismo y todos o alguno de los otorgantes sean naturales de aquel territorio sometidos a su derecho foral, el notario, siempre que entienda suficientemente, declarándolo así, el idioma o dialecto de la región, a solicitud del interesado, redactará el instrumento público en idioma español y en la lengua o dialecto de que se trate, a doble columna, para que simultáneamente puedan leerse y apreciarse ambas redacciones, procurando que gráficamente se correspondan en cuanto sea posible, a cuyo efecto deberá tachar las líneas que por ello queden en blanco a la terminación de la columna que resulte menor".

El autor del capítulo de la Iglesia en España es el prestigioso historiador de la Iglesia Vicente Cárcel Ortí, que al referirse a la vocaciones sacerdotales ofrece los siguientes datos: “A partir de 1939 se inicia una época de crecimiento vocacional, con dos períodos distintos. El primero, desde el curso 1939-1940 hasta el curso 1943-1944, tiene un crecimiento lento, con retrocesos. Desde el curso 1944-1945 hasta el 1950-1951, el crecimiento es vertiginoso, pues va a un ritmo medio de 952 seminaristas más por año.

España se convirtió en el semillero de vocaciones sacerdotales  más importante del mundo

La época de estabilidad comienza a partir del curso 1950-1951 y dura hasta 1966-1967. Es la época dorada de las vocaciones. En 1952 se alcanzó la mayor proporción de habitantes por sacerdote conocida en España a lo largo de la historia reciente. Durante 17 cursos, el número no desciende de 8.000 seminaristas mayores. La media de esa época es de 8.162 seminaristas mayores por curso, y el punto culminante, no solo de este período sino de todo el siglo, con 8.930 seminaristas mayores se da en el curso 1959-1960. 

La tercera época, época de descenso, se sitúa entre los cursos 1967-1968 y 1979-1980. El primero de esos cursos se inicia con 544 seminaristas menos en le seminarios mayores y el último, con 1.505 seminaristas, marca el momento álgido de la crisis vocacional”.

Hasta aquí les he ofrecido una muestra de lo que es este libro. Para concluir, les ruego que me permitan una sugerencia: si les interesa, ustedes ya pueden encontrar este libro en las principales librerías de toda España, pero si además quieren apoyar a la editorial San Román para que tenga más recursos y siga publicando libros como este, vendría muy bien que lo adquirieran a través de la página de San Román, pinchando en el siguiente enlace de Los números de Franco. Muchas gracias. 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.