Porque se han creído que la unidad de medida en la Iglesia es el capelo y no la santidad, andan algunos escudriñando la designación de los nuevos cardenales para averiguar la influencia que tienen en el Vaticano determinados países o no sé que instituciones religiosas, como si esto fuera la feria del toro de las fiestas de San Fermín, donde se decide cuál de las divisas es la de mejor trapío.

Lo mismo que al obispado yo he llegado por el cine (espero no tener que explicarlo; bueno sí) , al cardenalato he desembocado por la Historia. Me explico, como es público y notorio yo ni soy obispo ni cardenal. Pero he hecho de obispo malo, perdón, qué digo malo, he hecho de obispo requetemalo -ligeramente cabroncete- en la película de Garabandal y todos los años aspiro al capelo, cuando explico la Europa napoleónica y la Unificación italiana.

Consalvi y Antonelli no eran sacerdotes y los dos fueron cardenales

Cada curso tengo que referirme a los cardenales Consalvi y Antonelli, secretarios de Estado respectivamente de Pío VII, el papa de Napoleón, y de Pío IX, el pontífice al que arrebataron los Estados Pontificios en beneficio de la unificación italiana, y cuando comento esos acontecimientos me veo en la obligación de explicar qué es un cardenal, para lo que lanzo una pregunta al alumnado presente en el aula:

-¿Ustedes piensan que yo podría ser cardenal? Al instante se oye una negativa generalizada, entre la que trata de abrirse paso un argumento:

-Imposible, porque no es usted ni cura…

Y entonces es la mía. Me levanto de la mesa, fijo la mirada en quien ha torpeado mi carrera eclesiástica, avanzo por el pasillo entre las mesas hasta llegar a la altura del que me quiere segar la hierba en el Vaticano, se hace un silencio impresionante en la clase y exclamo:

-Pues sepan que ni Consalvi ni Antonelli eran sacerdotes y los dos fueron cardenales.

Y tras explicar lo del capelo, su significado e implicaciones, al momento queda claro que lo importante es cómo se pasee el nombramiento cardenalicio por la Historia, ya que entre la vida de Consalvi y la de Antonelli medió todo un abismo moral en favor del primero.

Bocos ha señalado que "nunca ha estado mejor la vida religiosa" 

Pero a lo que estamos Ciriaca, que se nos quema el asado… Porque de lo que toca escribir hoy es de uno de los llamados neocardenales, español y claretiano, que responde al nombre de Aquilino Bocos. La verdad es que yo no hubiera reparado en su persona, si no hubiera sido por la habilidad de un periodista de Alfa y Omega, que le hace una entrevista, con motivo de su nombramiento. Pero me quedo corto calificando de hábil al plumilla, cuando tenía que haber dicho astuto y sagaz porque el título que ha puesto el entrevistador es uno de los mejores reclamos para cazar lectores que nunca haya visto. Utilizando palabras del entrevistado, el titular no tiene nada que ver con lo de su nombramiento de cardenal y dice así: “Nunca ha estado mejor la vida religiosa”.

Mi primera reacción fue pensar que no podía ser verdad que el padre Bocos hubiera hecho semejante manifestación, precisamente en el número que Alfa y Omega se ocupa del cierre de los conventos, e ilustra su portada con una gran foto de unas religiosas y este encabezamiento: “La mudanza de las monjas”. Así es que en un primer impulso, y apoyando mi criterio en la mala fama que tienen los periodistas -casi todos, pueden apuntarse en este paréntesis los buenos- me dije para mí:

-¡Ay que ver, lo que tienen que inventar algunos para que lean sus artículos!

Pero no, esta vez no era sí, porque pude comprobar que, en efecto, don Aquilino Bocos, había manifestado exactamente eso que decía el titular: que nunca había estado la vida religiosa tan bien como ahora. Y esto sí que es un problema cuando a alguien, que es capaz de decir semejante melonada, le nombran cardenal.

Ahora es difícil encontrar algún convento con más de diez ocupantes hay que buscarlo con mucho detenimiento

Y a lo peor no es una melonada, porque por la edad del padre Bocos ha tenido por fuerza que ver rebosar las casas de los religiosos en cantidad y calidad. Y sin ir más lejos la suya, la de los Claretianos, que en uno solo de sus conventos como el de Barbastro elevaron a los altares de golpe a más medio centenar de sus religiosos, lo que ahora sería imposible en la casi totalidad de los conventos, no porque no vivan en ellos buenas personas, sino porque para encontrar algún convento con más de diez ocupantes hay que buscarlo con mucho detenimiento.

Pero tampoco se puede decir lo que ha dicho el padre Bocos porque, entre sus ocupaciones en su ya larga vida, ha sido nada más y nada menos que superior general de los Claretianos. Por lo tanto, si como es de suponer y de esperar él no ha sido responsable desde su cargo de la sequía religiosa que aqueja los conventos, de lo que no cabe duda es que sí que ha sido testigo de excepción del vacío de vocaciones, y en consecuencia no puede hacer una afirmación tan inmovilista como la suya. Porque si el pesimismo de quien piensa que todo está tan mal que no hay nada que hacer se pude tachar de inmovilismo, la misma etiqueta se le puede colgar a ese optimismo bobalicón de los que sostienen que todo está tan bien que ya no hay nada que mejorar.

Aquilino Bocos

Y de remate, resulta que el padre Aquilino Bocos, ha sido durante los años de 1981 a 1985 presidente de la FERE, asociación que hoy se denomina Escuelas Católicas, que engloba a la casi totalidad de los colegios de religiosos de enseñanza concertada. Los buscadores de la red es lo que tienen, que te lo cuentan y te lo enseñan todo, hasta con fotos del padre Bocos de esa época, despojado de su hábito, y vestido con corbata y con chaqueta.

No sé cómo clasificar al padre Bocos como presidente de la FERE, porque todos los religiosos que han presidido esa institución se dividen en dos: malos y peores, de modo que han conseguido en muy poco tiempo que la mayoría de los colegios de enseñanza concertada de los religiosos lo único que tengan de católicos solo sea el nombre. A lo mejor no le han debido decir al papa lo de la presidencia de la FERE del padre Bocos, porque solo por esos cuatro años de presidente de la FERE, en lugar de concederle el premio del capelo, le tenía que haber enviado a un cenobio solitario a meditar y a hacer penitencia.

Los presidentes de la FERE se distinguen entre malos y peores

Sin embargo, todo pudiera ser, hasta que yo esté equivocado en mis juicios y que lo que dice el padre Cobos de que la vida religiosa está de rechupete, se deba a un golpe de mala vista, ya que con los años se nos va deteriorando el mirar. De manera que por aquello de que ojos que no ven corazón que no siente, el padre Bocos pertenece al gremio de los que han reinterpretado el lema que le es propio como religiosos de contemptus mundi (desprecio del mundo) y lo han traducido macarrónicamente ya que se encuentran “tan contentos con su mundo”.  Si es así me quedo tranquilo, porque dada su edad ya no podrá entrar en el cónclave en el que se eligen los papas… Y elegir a ciegas, máxime si se trata de elegir a un papa, nos podría traer malísimas consecuencias a todos los fieles. Por lo menos de esto nos libramos con el nombramiento como cardenal del padre Aquilino Bocos.