Lo dice un manifestante gay en Budapest: ¿Cómo es posible una ley como la de Víctor Orban? ¡Estamos en el siglo XXI!

Esto me recuerda la sentencia de Chesterton: “Siempre que alguien exclama: “pero, ¿cómo puede usted decir tales cosas en pleno siglo XX?” me dan ganas de responderle: “pero, ¿cómo puede usted decir tales cosas en pleno martes por la tarde?”.

En efecto, ¿qué tendrá que ver el siglo en el que vivimos con los principios que defendemos? Las convicciones se defienden con argumentos, no con el calendario.

Pero así se nos han contado las manifestaciones LGTB de Budapest y Berlín que tuvieron lugar este fin de semana.

Es más a RTVE no le ha gustado que Víctor Orban, para defender su proyecto, chantajeado por Bruselas, haya dispuesto que su anteproyecto -y no tenía necesidad de ello- sea sometido a referéndum entre los magiares. Uno pensaba que una consulta popular representaba el acabose de la democracia pero, al parecer, no: al parecer RTVE, la voz de La Moncloa, y de lo políticamente correcto, ha optado por imponer el no, porque está claro que la manifestaciones gay significa que los 10 millones de húngaros reprueban a Orban. Y miren por dónde, resulta que se trata del dirigente europeo más popular entre los suyos y votado por tres veces más porcentaje de húngaros que don Pedro Sánchez por españoles.

¿Qué tendrá que ver el siglo en el que vivimos con los principios que defendemos?

Por otra parte, qué curioso: a RTVE no le gusta que Orban haya convocado un referéndum para ver si su ley disgusta a los húngaros, a todos los húngaros, no sólo a los manifestantes gays entrevistados por RTVE que exhibe RTVE. ¿Por qué será?

Termino con la mentira del caso: Europa castiga a Hungría porque la ley Orban prohíbe hablar de homosexualidad en las escuelas.

Mentira: lo que prohíbe la ley Orban es hacer propaganda homosexual a los menores en las escuelas. Que no es lo mismo, ni de lejos.