Visto lo visto, el gráfico de la Comunión Tradicionalista y Carlista (CTC) anda cargada de razón. No es que la Constitución prohíba rezar aunque sí permite blasfemar. No, lo que ocurre es que en 44 años se ha creado un ambiente donde está peor visto rezar que blasfemar y donde la cristofobia ha crecido sin cesar.

Y también donde se ha gestado una lamentable cobardía, donde nadie impugna al blasfemo y muchos tienen miedo a manifestar su fe en público.