• Muchos europeístas se equivocan cuando piensan que todo lo que sea grande es bueno, por principio.
  • No, depende de cómo se haga esa globalización.
  • Felipe VI tiene tendencia a confundir seriedad con envaramiento y dignidad con gravedad.
Al menos eso es lo que aconsejaron sus asesores para la entrevista con el primer mandatario occidental: que diera su palabra de que separatismos y populismos estaban controlados. No habrá ruptura catalana y los Podemos han encontrado su hueco y poco más. Todo controlado. No habrá, por tanto, balcanización de España ni balcanización de Europa, aunque Madrid parezca incapaz de tender puentes con Cataluña (cierto que lo tiene difícil, con el amigo Artur) y aunque Europa sea incapaz de afrontar una corriente migratoria que ha hecho buenas las palabras de Bashar Al-Asad sobre Europa: ¿Quieren terminar con la crisis de refugiados? Acaben con el terrorismo en Siria. El caso es que la táctica dio resultado en cuanto al apoyo de Obama al Gobierno de cara al independentismo: el presidente norteamericano dijo desear una España "fuerte y unida". Oficialmente, objetivo cumplido. Sin embargo, algunos monárquicos piensan que el Rey debería haberle aconsejado lo contrario al presidente USA. Es decir, que no debería haberle solicitado ayuda, como no la solicitó Cameron en el referéndum británico. Debe ser el Gobierno español quien peche con independentismo y populismo por sus propias fuerzas, sin muletas externas. Estados Unidos, como primer potencia del mundo, ya veremos si le interesa una España rota, un país geográfica e históricamente estratégico (la II Guerra Mundial fue una continuación y ampliación de la Guerra Civil española, la última contienda ideológica). Y lo mismo ocurre con Europa, cuyo peligro no está en la balcanización sino en la islamización. Peligro para Estados Unidos, también. Por otra parte, Estados Unidos no distingue a España, le considera un apéndice del continente europeo. Por eso, muchos europeístas se equivocan cuando piensan que todo lo que sea grande es bueno, por principio. No, depende de cómo se haga esa globalización. Juan Carlos I habló ante el Congreso norteamericano. Lo de Felipe VI no ha sido tanto: aquello era una visita de Estado. Esto ha sido una visita oficial donde el hombre más poderoso del mundo ha reconocido al nuevo Rey de España. Lo cual es mucho pero demuestra que el nuevo monarca aún tiene mucho que caminar para alcanzar el prestigio internacional de su padre. Puede que sea cuestión de tiempo, pero seguramente no le ayuda esa tendencia progre del jefe del Estado español y su querencia hacia la confusión entre seriedad y envaramiento y dignidad con gravedad. Eulogio López eulogio@hispanidad.com