• Comienza la deportación a Turquía, un país segurísimo.
  • Mientras, Naciones Unidas no dirige ni una sola petición a los países árabes ricos para que colaboren.
  • Al parecer es la cristiana, y muy insolidaria, Europa la que tiene que hacerse cargo de los musulmanes.
  • En esta película no hay buenos: todos son malos.
Pero ¿cómo se le puede pagar al salvaje de Recep T. Erdogan por acoger a los refugiados que Europa no quiere? Pues esto es lo que está haciendo la Unión Europea para librarse de los refugiados llegados desde Siria, Irak, Paquistán, etc. Es cierto, donde más se persigue a los cristianos, es en Paquistán, en ciertas zonas de India y Bangladesh, es decir, en el Índico. El resto de la zona de mayor persecución mundial de cristianos radica en los lugares de influencia del Estado Islámico y de Al Qaeda. Pues bien, Europa paga a Turquía quien recibe el dinero con entusiasmo y les deja tirados. Porque claro, a Europa se le exige no sólo dejarles entrar sino preocuparse por ellos, integrarlos, en la sociedad europea. Y nada de exigir que le den las gracias. Ni eso. Claro, el Nuevo Orden Mundial (NOM) sabe que en Europa no hay campos de concentración. Curiosamente nadie exige, tampoco Naciones Unidas, ni las ONG's, a los países musulmanes ricos que acojan a sus hermanos musulmanes que huyen de la guerra. Dicho todo esto, que es de justicia, hay que añadir que Europa, en efecto, se está comportando de forma egoísta. Ha cerrado sus fronteras y tampoco está dispuesto a acudir a la mejor solución: la que une urgencia e importancia. Lo urgente es dar de comer al hambriento, sea nuestro deber o no. Lo importante, cerrar las fronteras, sí, pero sólo una vez que se haya acordado con los países de los que vienen que se les va a ayudar a mejorar su situación. A esos países, para ello, sí que habría que pagarles. A Turquía, que le vayan dando por donde amargan los pepinos y rompen los cestos. Porque, en efecto, esto pasará a la historia de la infamia europea, de una Unión que mira hacia otro lado cuando alguien llama a su puerta. En esta película no hay buenos: todos son malos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com