- Es preocupante que niñas de 10 años se manifiesten ateas, pero aún lo es más que no conciban que alguien pueda creer.
- Y que sí conciban que alguien mienta con una eucaristía sacrílega, sólo para lucir vestido.
Ocurrió el pasado domingo en la madrileña Casa de Campo. Una niña vestida de primera comunión celebra eso, su primera comunión, con amigas y familiares.
Las protagonistas del suceso tendrán, calculo, 10 años, quizás nueve. Una de la amigas se dirige a la protagonista del acto y, con cierta expresión de repugnancia -es decir, con cara de adulto- le espeta:
-¿Pero tú crees en Dios?
La interrogada se señala el traje y responde:
-Claro, si he hecho la Primera Comunión es porque creo en Dios.
Una tercera interviene en nombre de la coherencia atea:
-Pues como yo no creo en Dios no pienso hacer la comunión.
Es
preocupante que los niños no crean en Dios porque a esa edad no puede pedírseles una fe razonada: digamos que siguen la estela de sus padres y de su ambiente. En plata: que si una niña se confiesa atea a los 10 años es porque lo ha mamado en casa.
Pero aún es más preocupante la
infantil agresividad de la primera de las ateas, quien consideraba que su amiga, o prima, o vecina, había hecho una primera comunión hipócrita, de mentirijillas, supongo que por lucir traje, con la ocultación expresa de una radical -todo en la infancia es radical, afortunadamente- negación del Dios Creador y redentor.
Eso es más preocupante, porque, ¿qué generación estamos creando? Un espejo de la nuestra, sin duda. Y entonces, ¿qué generación somos?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com