Lituania ya tiene euro: que no les pase nada
Lituania, también enfrentada con Rusia, entra en el euro: ya son 19 países los que utilizan la moneda común. Incluso el Banco de España (BdE), hoy era sucursal del Banco Central Europeo (BCE) nos informa que posibilitará el cambio de la moneda lituana (lita) por euros.
Pues miren ustedes, que no les pase nada a lo lituanos. No estoy contra el euro pero sí contra la forma con la que se nos ha impuesto la moneda única. Si Europa quiere convertirse en los Estados Unidos de Europa debe poseer una moneda común. Ahora bien, no se pueden homologar monedas, y por tanto renunciar a la soberanía monetaria (el poder para fabricar dinero) si al tiempo no hay una homologación fiscal en Europa y, sobre todo, una mínima homologación de rentas.De otra forma seguimos en la Europa de las dos velocidades -ricos y pobres- un concepto del que ya no se habla... precisamente porque se ha impuesto como un apriorismo. Y si algo prima en la vieja Europa es el determinismo fatalista.
Perder la capacidad para fabricar dinero o devaluar la moneda ha situado a muchos países, por ejemplo a España, contra las cuerdas, a mayor gloria de la Europa central. De hecho, en Hispanidad defendimos, en el tenebroso ejercicio 2012, que España debería abandonar la moneda única, aunque salir sea más difícil aún que entrar.
Digo todo esto en el momento en que el gobernador del BCE, Mario Draghi (en la imagen junto a Merkel), ha vuelto a utilizar la prensa para prometer que abrirá la manguera una vez más. De inmediato, el euro se ha colocado a 1,20 dólares -lo cual es bueno: recordemos que empezó por valiendo menos que el dólar- pero el problema de los monetaristas sigue siendo el mismo: consideran que la economía funciona con dinero, no con la producción de bienes y servicios para el bien común. Al final, lo único que se consigue fabricando dinero, además de inflación, es que crezca la economía financiera -la que beneficia a los ricos- a costa de la economía real.
Señores lituanos: perderán ustedes todas esas posibilidades y a cambio experimentarán:
1. Una subida de precios con motivo de la conversión, especialmente en artículos de primera necesidad.
2. Un endeudamiento público creciente, a pesar de los bajos tipos de interés que les hará esclavos de Alemania, controladora de la economía de la Eurozona, quien les dictará su política económica de píldoras amargas.
Todavía recuerdo las palabras de David Cameron, hipócrita como buen británico pero no tonto: "Cada día me levanto dando gracias por no haber entrado en el euro".
En cualquier caso, lo más importante es lo otro: el principio general de que no se construye, o reconstruye, un país con una sola moneda: se hace con un sola política fiscal y con homologación laboral y de rentas. Entonces sí: me apunto al euro.
Eulogio López