C. S. Lewis y Benedicto XVI
Día de Todos los Santos, día de todos los difuntos santos. Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. Algo ha ocurrido en el mundo para que este mandato evangélico nos resulte hoy casi una muestra de prepotencia. Y ese algo debe ser algo grave.
El hombre ha sido creado para la perfección, para la santidad. Benedicto XVI lo bordó cuando les recordaba a los hombres de hoy que no habían venido al mundo para la comodidad, sino para la grandeza.
Al final, el principal pecado del hombre actual es confundir la vida con la mera supervivencia
Quizás el mayor pecado de la era moderna ocurrió cuando la sociedad renunció a la excelencia e igualó a mejores y peores en el nivel más bajo de infrahumanidad: el que entiende la vida como mera supervivencia y confunde derechos con méritos e igualdad con justicia.
La humanidad se hundió cuando renunció a la excelencia y aceptó la mediocridad como norma. Clive Lewis (en la imagen) asegura que conoció a una chica que rezaba al Padre Eterno pidiéndole: “Hazme Señor, una chica normal del siglo XX”. Con un poco de suerte, asegura Lewis, le estaba pidiendo que le hiciera una idiota y una libertina.