• Lo que le impedirá ser el padrino en el bautismo de su sobrino: ¡Con la ilu que le hacía!
  • Pero tranquilos: Julia Otero ha acudido en su defensa con un argumento definitivo: que el obispo de Córdoba no vaya al dentista.
  • Nadie obliga a Belloso a ser cristiano, pero si le repugnan las normas, ¿para qué demonios quiere estar en el club?  
Se llama José Belloso, es transexual y ha denunciado (de eso se trataba) al Obispado de Córdoba porque le impide recibir la confirmación. Y esto que estaba muy ilusionado con recibirla, no por el sacramento en sí sino porque así podía ser el padrino de bautizo de su sobrino, que aún le hacía más ilu. Y entonces, va el obispo de Córdoba (personaje cruel y taimado) y se lo prohíbe. ¡Fíjense qué cosas! Total, por no aceptar su sexo y violentar su naturaleza, le prohíbe acceder a un sacramento que es como un segundo bautismo pero donde el sujeto se confiesa soldado de Cristo dispuesto a dar su vida por él y, no sólo aceptar, sino a defender la totalidad de la doctrina eclesial e incluso a predicarla. A fin de cuentas, el amigo Belloso sólo ha alterado su propia naturaleza sexual, la fábrica de la condición humana. Vamos, que no está dispuesto a aceptar la doctrina de la Iglesia pero la Iglesia sí tiene que aceptarle a él. Es como si un soldado jurara bandera dejando bien claro que odia a España, que no piensa mover un dedo por la patria y que, además, lo que él se siente es francés. Pues que no jure bandera y en paz, que nadie le obliga a ello. Y encima quiere ser padrino de su hija. Al parecer el pobre Belloso no sabe que el padrino de una boda no es nada pero el padrino del bautismo es clave: es el que deberá educar cristianamente a su apadrinado en caso de que los padres no lo hagan. Ya me imagino a Belloso explicándole: Verás Juanito, tú has nacido con pilila y testículos pero eso no significa que sea un hombre, según el catecismo eres tú quién decide si te los cortas y te metemos un tubito, además de hormonarte un tanto para que te crezca lo que te tiene que crecer. No recuerdo qué punto del catecismo aconseja esa práctica pero luego lo buscamos. Nadie obliga a Belloso a ser cristiano, pero sí le repugnan las normas, ¿para qué quiere estar en el club? Pero al plato le faltaba un hervor. Julia Otero, una mujer comprometida y de extraordinaria sensibilidad, ha montado en cólera contra el obispo de Córdoba. En su programa de Onda Cero, el pasado lunes, expuso un símil brillante, un parangón argumental definitivo: "Pues cuando a ese obispo le duela una muela que no se le ocurra cambiar de dentista". O sea, que el cambio de sexo es como sacarse una muela. Eulogio López eulogio@hispanidad.com