• Recuerden que la alcaldesa ha encontrado la solución al colapso de tráfico: prohibir los coches.
  • Por las mismas, si prohíbe respirar no se consumirá oxígeno.
  • Por cierto, los coches de gasolina no producen NO2.
La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena (en la imagen) es una mujer tan inteligente que del error hace fruto y del horror hace virtud. Por ejemplo, entre sus fracasos de gestión se cuenta el de que Madrid, desde que ella está en el Ayuntamiento, es una ciudad de tráfico colapsado, como no se conocía desde que se construyeron los túneles de la M-30. Pero una persona tan brillante como la juez jubilada encontró enseguida la solución a los atascos: prohibir los coches. Si no hay coches -¿me siguen?- no hay atascos. Y se ha puesto manos a la obra: los vehículos con matrícula par circulan en días pares y los otros en días impares. Brillante ¿verdad? De hecho, lo que ahora mismo prevé nuestra munícipe favorita -según fuentes de escasa solvencia pero de sobrada lógica- es que si el problema es la contaminación, lo que hay que hacer es prohibir a los hombres respirar los lunes, miércoles y viernes y las mujeres los martes, jueves y sábado. Los homosexuales, que ya están muy perseguidos, podrán respirar todos los días. Puede resultar duro, señores, pero hay que salvar el planeta, empeño en el que doña Manuela está comprometidísima. Además, puede ocurrir lo del burro de la Pola: que cuando se había acostumbrado a no comer se murió. A todo esto, la razón científica (la ciencia es muy importante para doña Manuela) del equipo podemita consiste en medir los niveles de Dióxido de Nitrógeno (NO2). Lo hacen por nuestra salud y nuestra seguridad y a la vista de los centenares de madrileñas y madrileños que caen desfallecidos, y posteriormente muertos, en la Plaza Cibeles, los ojos fuera de las órbitas, incapaces de respirar, debido a lo mal que se respira en Madrid. Claro que resulta que son los motores diésel los que producen el NO2, los de gasolina no. Pero a Manuela no se le ha ocurrido prohibir los coches diésel quizás porque eso resultaría antidemocrático. A Carmena le molesta la gente que tiene coche, sin hacer acepción de personas: le molestan todos los burgueses con la excepción de ella misma… Y no se preocupen lo más mínimo por las reacciones. La gente protestará al comienzo, especialmente aquellos cuyo trabajo o negocio depende del transporte. Ya saben, las clases medias y reaccionarios varios pero enseguida pasarán por el aro. Además, el pueblo está con Carmena. De hecho, cualquier medida que se promulgue en beneficio de nuestra salud y nuestra seguridad y, en especial, de la salud y la del planeta, encontrará eco inmediato entre una mayoría que gritará: más, flagélanos más, Manuela. Y la solución de Carmena resulta de lo más novedosa: que utilicen el transporte público. Sí, es bastante mediocre y escaso pero si lo utilizan mucho, pues a lo mejor lo renovamos. Una cosa está clara. Carmena no ha conseguido cargarse la Navidad de los madrileños pero nadie podrá negarle los esfuerzos que hace por conseguirlo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com