Todo católico debe recordar los cuatro principios no negociables para un católico, que expusiera Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común
Como hay muchos, muchísimos, empeñados en ocultar y/o censurar los Apuntes sobre la pedofilia en la Iglesia, de Benedicto XVI, que supone el mejor y más duro análisis de la Iglesia en el mundo actual, habrá que descubrir lo que ha dicho el Papa Ratzinger. Y como la más mezquina de todas las reacciones es esa conspiración del silencio alrededor de la aportación de Benedicto XVI, aconsejo la lectura total, que tampoco es tan largo el texto. Pero, a lo mejor ayuda resaltar algunos párrafos que tantos se empeñan en ocultar.
Empecemos: el Papa emérito inicia su relato con la revolución sexual de 1968, del mayo francés:
“Entre las libertades por las que la Revolución de 1968 peleó, estaba la libertad sexual total, una que ya no tuviera normas. La voluntad de usar la violencia, que caracterizó esos años, está fuertemente relacionada con este colapso mental. De hecho, las cintas sexuales ya no se permitían en los aviones porque podían generar violencia en la pequeña comunidad de pasajeros. Y dado que los excesos en la vestimenta también provocaban agresiones, los directores de los colegios hicieron varios intentos para introducir una vestimenta escolar que facilitara un clima para el aprendizaje”.
Traducido: no olvidemos que el sexo genera violencia y que la llamada libertad sexual -pornografía, hablando en plata- no hace otra cosa que generar todo tipo de aberraciones, porque el sexo, entre seres racionales, no puede separarse del amor y de la entrega mutua.
Pero la cosa fue a más. Ojo al dato: “Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada”.
Pero no piensen que Benedicto XVI se queda ahí: lo importante no es la doctrina sexual. Ya sabemos que los mandamientos del sexo son el sexto y el noveno. Delante hay otros muchos.
Y así, recuerda Benedicto XVI que “hasta el Concilio Vaticano II, la teología moral católica estaba ampliamente fundada en la ley natural, mientras que las Sagradas Escrituras se citaban solamente para tener contexto o justificación. En la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada, y se exigió una teología moral basada enteramente en la Biblia. En consecuencia, ya no podía haber nada que constituyera un bien absoluto, ni nada que fuera fundamentalmente malo; (podía haber) solo juicios de valor relativos”.
Un rector, ascendido a obispo, programaba películas porno a sus seminaristas
El papa emérito se refiere aquí a la “protestantización” de la Iglesia de Roma que lleva al caos luterano de las 100 iglesias y las 1.000 sectas evangélicas.
Pero, ante todo, a lo que nos lleva es al relativismo.
Dicen Ratzinger: “Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en circunstancias”. ¿Y eso qué tiene que ver con la pederastia clerical? Todo.
Y ahora Benedicto XVI entra en un elemento tabú, en el mundo y en la Iglesia actuales: la homosexualidad. Ojo al dato: “en varios seminarios se establecieron grupos homosexuales que actuaban más o menos abiertamente, con lo que cambiaron significativamente el clima que se vivía en ellos. En un seminario en el sur de Alemania, los candidatos al sacerdocio y para el ministerio laico de especialistas pastorales (Pastoralreferent) vivían juntos. En las comidas cotidianas, los seminaristas y los especialistas pastorales estaban juntos. Los casados a veces estaban con sus esposas e hijos; y en ocasiones con sus novias”.
Y de aquellos polvos vinieron esos lodos: “Un obispo, que había sido antes rector de un seminario, había hecho que los seminaristas vieran películas pornográficas con la intención de que estas los hicieran resistentes ante las conductas contrarias a la fe”. Con esta pedagogía no me extraña que la homosexualidad clerical se haya convertido en uno de los principales problemas de la Iglesia de Francisco.
(Continuará mañana Jueves 2 de mayo)